domingo, 28 de abril de 2024

El último puente.

En España se elaboran puentes porque tenemos bastantes días festivos. Por alguna treta o privilegio nos saltamos uno o dos días laborables uniendo fiestas con fiestas y podemos hacer un viaje largo. Es la manera de viajar amplia que tenemos nosotros ya que los lugares cercanos los hemos visto y revisto.

El pasado puente comenzaba el sábado 20 y nos daría cuerda hasta la noche del martes 23, fiesta regional de la comunidad autónoma de Castilla y León donde vivimos. Por tanto el sábado aquel estábamos madrugados, con ropas de repuesto y algunas vituallas, camino de Galicia y su Cantábrico, cuando de pronto, a más de cien kilómetros de casa, el cuentarrevoluciones de nuestro coche dio un patinazo hacia arriba y el motor perdió potencia. No bajamos de los 70 Km por hora, y luego nos recuperamos, pero fue un susto y buscamos salir de la autovía. La última vez que yo había estado en un taller para cambiar el aceite, justo después de volver de Cádiz hace tres meses, el mecánico me dijo que para la próxima tendríamos que cambiar las bujías y el filtro del aire. En esta primera parada lo que hice yo fue desmontar el filtro de aire para golpearlo y que soltara aquellas partículas que entorpecieran una correcta combustión, limpié las moscas muertas y sus alas  y volví a ponerlo todo en su sitio. Reanudamos la marcha y el coche se portaba bien hasta llegar cerca de Benavente que está a algo menos de 200 kilómetros de Béjar, cuando el motor volvió a dar el mismo patinazo. 

Se imponía buscar un taller. Era sábado, y un sábado donde mucha gente de esta región hacía puente. Difícil encontrar un taller abierto, y más difícil todavía que nos atendiera. 

Al tercer taller que intentamos conseguimos un mecánico que hiciera un diagnóstico electrónico de nuestro coche, (descubrimos entonces un órgano nuevo, como quien descubre el riñón cuando le duele o tiene infección de orina: el órgano se llama la "sonda lamda" trasera). Me dijo que eso no era grave, que podíamos seguir, que el coche no nos dejaría tirados, además sopló con un compresor los conductos del aire más internos. Le pedí si podía cambiarnos las bujías para que yo me fuera más tranquilo y lo hizo en media hora. Así le pagamos ochenta euros y marchamos más tranquilos.

Pero ochenta kilómetros más adelante, internándonos en el Bierzo, el acelerador volvió a dar otro patinazo y decidimos no forzar más la máquina alejándonos de casa y retroceder a Astorga:  hermosa ciudad, capital de la comarca de la Maragatería donde ha tiempo que pernoctamos con nuestra hija, para aprovechar que estábamos allí e intentar solucionar nuestros problemas mecánicos el lunes. La ciudad, capital mundial del hojaldre y regional del chocolate, estaba preciosa.












No hay comentarios:

Publicar un comentario