Me alegré de no haber fotografiado mucho por la mañana pero también procuré no lanzarme a cada hermosa sensación que impresionó mi vista.
Pero todo lo que se nos aparecía era para el disfrute, hasta este gato sobre los adoquines.
y esta Vespa, que parecía un anuncio
cuando llego a sitios así me pide el cuerpo sentarme a tocar la guitarra, o mejor, a escuchar a un buen guitarrista acompañando la belleza de los lugares con este instrumento tan apropiado.
En algunos momentos me siento un ladrón que roba colores, impulsado por la prisa, y por el prurito de agotarlo todo, de acapararlo para presumir y mostrároslo. Pero si no lo hiciera, al volver a casa diría "no podía ser para tanto, soy un exagerado, no lo viví". Y ciertamente no lo viví con la intensidad que lo hubiera vivido de saber que no lo volvería a ver en una pantalla. Es un poco contradictorio: soy un mirón exhibicionista.
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