Fue algo impresionante ver a aquella "madre" y "abuelas" empujando los carritos de la verosimilitud. Uno lo dio en pensar en aquellos momentos, y más tarde al escribir el artículo de ayer.
Mi hija creció, fue perdiendo las beldades de los meses, los añitos, los primeros días de la escuela, cuando se dormía por la noche después de leerle un cuento...
¿Es legítimo para un padre encargarse una réplica de su niña que creció, para poder seguir abrazándola cuidándola, viéndola dormida? ¿Es locura? ¿Es pederastia?
Uno se asoma a un abismo moral viendo la delicadeza que pueden conseguir los materiales y el arte de la reproducción. Añado que han puesto en la televisión por lo menos dos veces el documental sobre el museo de Madame Tusseaud de Londres. Si eso se puede hacer en cera también ha de poderse realizar en vinilo. Las "abuelas" de Avilés presumían de todo el trabajo que llevaban las muñecas que vimos, era su pasión pero también estaban dispuestas a vender su "arte". Suponemos que es caro, pero evidentemente está "dentro del comercio de los hombres".
Hay gente que puede dar el paso siguiente.
Hace 11 años, en la Piazza Navona había un dibujante que tenía como reclamo las caras de Sophia Loren, Onella Mutti, Claudia Cardinale y Mónica Vitti. Esto es muy corriente: lo hacen todos los dibujantes y caricaturistas con decenas de personajes famosos, para que los potenciales clientes veamos de lo que son capaces en cuanto a conseguir el parecido. No creo que ninguno de estos artesanos callejeros le hayan demandado por utilizar la "imagen". Supongo que será motivo de orgullo, que a alguien le dibujen y que sirva de reclamo. Pero es porque es un producto artesanal; me imagino que si alguien decidiera imprimirlo y venderlo vendrían las reclamaciones de quienes, al servicio de estos personajes, hacen dinero, (o monetizan como se dice ahora en las redes) de sus derechos de imagen.
Pienso en algo más sucio: un jeque árabe (paradigma actual del dinero, pero me vale cualquier multimillonario) que quisiera hacerse confeccionar un harén con las actrices más bellas con todo lujo de detalles. Por menos de un millones de dólares, podría degustar y exhibir la imagen, desnudas o vestidas, que se puede calcular, de Ava Gadner, Angie Dickinson, Halle Berry, Ursula Andress, Sofía Loren, Kim Novak, Marylin... podría incluso fotografiarse con ellas desnudo incluso hacer que le rodaran videos sobre cómo les toca las tetas, o les mete el dedo en el clítoris, o les agarra las nalgas, (no quiero entrar en pornografías más duras, creo que hoy me estoy pasando bastante) y presumir de ello en las redes, o en mensajes privados para sus conocidos (por no meterse en líos) de la misma manera que los cazadores posan con las cornamentas de sus cérvidos abatidos, o los pescadores con sus peces (el rey Juan Carlos con su elefante, Franco con los atunes que pescaba el Azor).
No quiero seguir elucubrando con perversiones, hay un libro de Vargas Llosa, Los cuadernos de Don Rigoberto, que siempre me digo que tengo que releer, en el que al principio se copia una frase sobre la ilimitada imaginación del hombre.
Estoy seguro de que esto siempre ha sucedido: ahí está la película Tamaño natural de Berlanga y muchos antecedentes y secuelas. Tampoco me cabe duda de que la Venus del Espejo de Velázquez, o las majas vestida y desnuda de Goya fueron instrumentos para la excitación de los reyes y poderosos.
Como tantas cosas, supongo que este negocio con la tecnología "reborn" lo habrá pensado alguien antes que yo.
Pero, siguiendo en el abismo, de tanto reflexionar, ahora mismo me asalta la duda ¿me procesarán por pornografía infantil por haber mostrado ayer esta foto?
Era una muñeca; lo juro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario