Hace unos años estuvimos pegados de tiempo, porque se nos hacía de noche y teníamos que volver a Cudillero, donde habíamos tomado habitación, y se nos quedó este señalado lugar.
No es un cementerio de fabulosos monumentos funerarios, lo que tiene son grandes vistas. En estos tiempos no se hubiera desperdiciado para los muertos este lugar tan apetecible para urbanización u hostelería.
Pero alberga además la tumba de uno de los dos premios nóbeles que tenemos en ciencias. No sé dónde estará Santiago Ramón y Cajal pero aquí yacen los restos de Severo Ochoa.
Justo enfrente de espigón del puerto. La tumba está señalada en un mapa, y el cementerio advierte que todo él es un lugar privado, y que no debemos andar más que por el caminito al nobel. La gente se pasa con los famosos, aunque pocos españoles sepan el mérito de este señor todos tenemos que reverenciarlo con nuestra cámara y divulgar el "aquí estuve yo" como estoy haciendo.
Pero desde el cementerio, que a mí me recordó a las imágenes televisivas que he visto de Santorini por el contraste del blanco y el mar, hay muy hermoso paisaje que contemplar especialmente si acompaña el tiempo y la luz como tuvo a bien hacer con nosotros.
También hay una representación de cañones históricos. Asturias, y concretamente un sitio llamado Trubia tiene fama de elaborar estos instrumentos de defensa y ataque.










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