lunes, 26 de mayo de 2025

Wenceslao Fernández Flórez y las malditas carambolas

 


Estoy leyendo Las siete columnas porque lo citó Fernando Fernán-Gómez en su libro Stop, novela de amor. Ya sabía, y he escrito en este blog bastantes elogios al literato gallego, que era furibundamente contrario a los republicanos en la guerra civil; se me quedó muy grabado un artículo en el que se metía con las emisiones radiofónicas de Unión Radio que acompañaban con un acordeón. Supongo que los oía en alguna embajada donde estuvo asilado. Sería propaganda de trinchera como la que emitían los sublevados desde Sevilla con la voz de Queipo de Llano.

Fernández Flórez, aparte de ser novelista, trabajaba para la prensa de Madrid, básicamente para el ABC y temió por su vida en el verano y otoño rojos de 1.936 en Madrid, con lo que se refugió en la embajada argentina, pero después le recogieron en la embajada holandesa que se encargaba de llevarlo a Valencia para, por mar, ponerlo a salvo. Alguna autoridad detuvo la operación y mediando el periodista Julián Zugazagoitia consiguió que lo dejaran salir. Cuatro años después, Julián Zugazagoitia fue apresado por la Gestapo en la Francia ocupada y entregado a Franco. La intercesión de Wenceslao declarando a su favor en el juicio no sirvió para nada. Lo fusilaron.

Parecida intercesión aparece en diversas fuentes que hizo el poeta del Régimen de Franco, José Mª Pemán, para que liberaran a Miguel Hernández Gilabert de la prisión, o al menos mejoraran sus condiciones; y también lo hizo alguien con vara más alta: el general Varela, que luego sería padre de la primera mujer de Paco de Lucía, intercedió, pero ya sabéis que el gran poeta murió de miseria y tuberculosis en la cárcel de Alicante en e 42.

Muy doloroso es para mí el caso de Antonio José, (Martínez Palacios) que en Burgos, donde no había sucedido ninguna violencia de parte de los republicanos, siendo además un músico formado alrededor de órganos y coros católicos (-quizá, no se me ocurre- solo por ser hermano de un maestro sindicalista que también fue fusilado). Al gran músico lo tuvieron dos meses encerrado y le mataron en octubre del 36. Nadie fue capaz de interceder con suficiencia para salvarle, parecido que a Federico García Lorca aunque a este no dio tiempo porque se lo cargaron enseguida. La peor carambola de Lorca es que fue a Granada porque le daba miedo la situación en Madrid.

Hace poco me enteré de que también Federico Moreno Torroba, gran compositor de célebres zarzuelas y no menos célebres piezas que todos los guitarristas clásicos conocemos; fue encarcelado 15 días en el verano del 36 en Madrid con la intención de fusilarle porque decían que había compuesto el "Cara a Sol". Alguien intercedió, o alguno cayó en su error y después él al salir se aseguró su vida refugiándose en una embajada y luego consiguió como Wenceslao ir a la zona nacional. 

Como Torroba sobrevivió podemos apreciar toda la obra que compuso hasta que murió en el año 82.

Nunca sabremos lo que perdimos con Lorca, Miguel Hernández y Antonio José, que bien pudieran haber llegado con vida a los años 80.

Son horribles para el arte, que al final viene a ser de todos, las carambolas mortales de una guerra civil.

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