martes, 13 de mayo de 2025

Clarice Lispector, una chica bien rara.

 Nacida en Ucrania, asentada en Brasil, debió sentirse especial e hiperconsciente de su especialidad como lo han de estar todos los judios excepto los que viven en el estado de Israel, pero ella más. Políglota y con costumbres propias mira la realidad fuera del rebaño de la mano de su padre Kafka, de quien es uno de sus retoños más aventajados. No voy a afirmar que la haya entendido bien estos cuentos, pero todos me han inquietado y motivado a escribir, su visión es originalísima y cuenta cosas parecidas a las que yo siento como:

las palabras me anteceden y me sobrepasan, me tientan y me modifican, y si no tengo cuidado se habrá hecho demasiado tarde: las cosas habrán sido dichas sin que las haya dicho yo

Pero es una chica que no encaja:

humillada por no ser una flor, y, sobre todo, torturada por una infancia enorme que temía no acabase nunca

en aquella época creía que todo lo que una inventa es mentira

Relaciono a esta niña superdotada con la violonchelista británica Jacqueline Du Pré, las dos murieron prematuramente y su creatividad era angustiosa, atropellada, genial.


Es un libro de obligatoria relectura.

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