domingo, 26 de noviembre de 2023

También malos tiempos para la lírica

El gran José Mota se ha quejado reiterada, graciosamente y con mucho arte, (como es él) de la reducción de los temas sobre los que actualmente se puede desarrollar la profesión de humorista. Ninguna mención puede hacerse a colectivos susceptibles, ni a colectivos no susceptibles (porque pueden sentirse tentados a imitar a los susceptibles), orientación sexual, racial, regional, religiosa, política... 

Todos los artistas han declarado siempre que lo peor de la censura no son los censores que vienen después con la tijera, las multas o la cárcel; sino la autocensura que practica el propio creador para que su obra atraviese indemne a los censores y llegue al público.

Acabo de leer un solo verso de Baudelaire, de su celebérrimo poemario "Las flores del Mal"

    perfumes tan frescos como carnes de niños

A mí, que no me tengo por pederasta, me ha llegado la poesía; los pocos niños que haya yo podido besar tienen esa frescura: me llega la imagen lírica.

Pero puedo sentirme culpable: esos rollizos angelotes, yo mismo que tengo un retrato de estudio desnudito con una pelota tapándome mis genitalillos, ¿será que el frescor que dimanan es algo sexual que yo oscuramente deseo?

En cualquier caso lo duro puede ser que a un poeta se le ocurra un verso así de bueno hoy en día y que no le busquen las vueltas o directamente le acusen. Hace años escuché a una escritora joven anatemizar el último librito de Gabriel García Márquez "Memoria de mis putas tristes" con esa horrible palabra: pederastia.

No me acuerdo mucho del libro, que leería yo en la primera década de este siglo, pero no me sentí sucio ni sentí sucio al escritor.

Sin embargo ¿quién sabe? es posible que leyéndolo ahora, que ha llovido tanto legal y socialmente, percibiera esa depravada suciedad delictiva que denunciaba la escritora. Hace veinte años que leí Lolita de Nabokov divirtiéndome mucho y sin cargo de conciencia.

¿Sería posible en 2023 Lolita?

Es posible que alguien pederasta tenga una erección al leer a Baudelaire, ¿qué importa? Otra cosa es que yo no hubiera dejado que ningún familiar o conocido al que hubiera adivinado una erección hubiera dado un beso a mi hija pequeña. (Creo que es natural besar a los niños, hasta sano pedirles un beso, darles cariño) ni creo que mis padres hubieran tardado ni cinco segundos en quitarme de la vista del fotógrafo si le hubieran percibido "empalmado".



Quiero concluir afirmando que el arte debe ser libre, y el derecho penal debe aplicarse restrictivamente, que cada cual haga lo que quiera debajo de las sábanas o en el servicio de su casa, pensando en la Santa Teresa de Bernini o en la infanta Margarita de Velázquez, en las fotos de Lewis Carroll, en un anuncio de colonia Nenuco, o mirando mi fotografía. No podemos cortar las alas de la creación solo para frenar malos pensamientos.

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