Uno no se quiere ir de la belleza y de la modesta aventura que es viajar, descubrir y maravillarse; por eso, en una oportunidad que tuvimos, tras parar a comernos un pollo asado en un olivar, eché la vista atrás al hermoso cielo que adornaba la no menos hermosa silueta.
Las tostadas con aceite de oliva que serían nuestro combustible para pasear la Mota, en la mañana.
Soy curioso y recojo cualquier cosa del suelo, no sé si era un murciélago suicida, pero estaba muerto.
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