Empecemos por una de sus plazas y su memorial a "les enfants" de este pueblo tan parecido a otros de nombre como de planteamiento estético bien conservado a través de los siglos.Grandes edificios se hicieron aprovechando la piedra caliza.
Debió de haber una fiesta reciente donde echaron vino en este tonel para que el pueblo se sirviera. El vino es capital en los estómagos franceses, estoy por afirmar, por lo que vemos, que se bebe más que la cerveza. El clima (al menos al comienzo del otoño cuando nosotros viajamos aquí) lo favorece.
Laboriosa cubierta con piedrecitas.
Que se repite, que se conserva, a pesar de lo costoso que tiene que ser.
El templete de los mercados
Tampoco había mucha gente, ¿estarían algunos al rugby?
Y esto es parte del Castillo que nos hizo parar aquí, porque lo vimos de lejos. No nos dejaron entrar, estaban cerrando.
Francia tiene mil lugares de cuento (o más)
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