jueves, 13 de noviembre de 2025

Cahors mereció la pena.

Estar andándola desde las seis y media de la mañana fue otra recompensa. Era domingo, había sol, ocasionales paseantes y casi ningún tráfico rodado. Y el río remansado refrendando la paz y la sensación de otra prueba superada, que sentíamos.

                            En este edificio de la derecha vamos a ver algo muy revelador.




Aquí tenemos señaladas las marcas de las crecidas históricas del río Lot en Cahors. Son de los dos últimos siglos; quizá entonces ya había cambio climático y algunos hoy no se han enterado. Esos mismos que piensan que las consecuencias de una inundación se solucionarían mandando mensajes a los móviles y habiendo estado una persona "en su puesto". (Para los que vivís fuera de España os aclaro que ha habido una corriente de opinión y muchas manifestaciones acusando de las riadas de hace un año en una parte de Valencia al presidente de la comunidad autónoma, por no estar en su puesto de mando y continuar la sobremesa de la comida. Ha dimitido un año después. Los otros han ganado "el relato".  

El presidente Sánchez acusó al principio de las riadas al cambio climático.

Pero nosotros sigamos paseando.




Los franceses seguramente son los mayores productores de "delicatessen" aunque sea una palabra alemana. Era domingo si no ya estarían abriendo el establecimiento, que son muy madrugadores.

Un puente para el ferrocarril.



Esta estatua femenina (debe ser una santa porque tiene las dos manos cogidas como en señal de oración) nos señala el puente por el que volvimos a entrar en la ciudad. 

Los puentes franceses suelen estar ajardinados con plantas colgaderas, aunque en octubre estas no tenían flor.




Y llegamos a la Rue Gambetta, donde encontramos un establecimiento abierto para desayunar en la calle. Aún hacía fresco como puede verse.




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