martes, 14 de octubre de 2025

Tarazona: una invitación a detenernos por más tiempo.

He estado dos veces en Tarazona (provincia de Zaragoza) y nunca me pareció más bonita. No teníamos previsto parar, pero su belleza hizo que desviara el coche hacia un aparcamiento.



La verticalidad de esta torre asomada a un pequeño y laborioso río que trazó esta curva donde se asentó este pueblo parecía pedir a mi nuevo teléfono móvil que la retratara. Es la torre de la Iglesia de María Magdalena. La tarde era espléndida, mientras que mi primera visita fue con niebla. España es un país turístico porque es el país del sol, en este viaje Francia ha estado espléndida porque nos ofreció muchos días soleados, (ya veréis dentro de unos meses la inolvidable tarde de Chambord). Tarazona es muy hermosa: tiene catedral, y aunque no lo tuve presente al parar también tiene una plaza ochavada para unir a nuestra pequeña colección. No sé si hay más de tres en España, las cuales han aparecido en esta pantalla en el último año y medio: Aguilar de la Frontera Archidona y esta que vamos a ver.

Parecía algo rara esta esquina.

Por supuesto que ha sido plaza de toros, y no hay manera más clara de verlo que entrar así en ella.

Estoy casi seguro de que otras veces que yo anduve por aquí estaba llena de coches aparcados, lo cual arruinó la sensación estética en mi alma que me fue proporcionada el 25 de septiembre.
                                     Es una plaza de toros datada en el siglo XVIII.
Sin duda este frontón marcaba la presidencia, además está a la sombra por la tarde, y las corridas de toros se celebran por la tarde.

Por supuesto que saludé a los tendidos girando con una imaginaria montera.




Tiene un maravilloso grupo escultórico en el Ayuntamiento adonde no tuvimos tiempo de llegar, y una catedral que os mostraré mañana. Sé que estáis ansiosos de Francia, yo también de mostrárosla, pero la cronología es la mejor guía para contar un viaje y aún nos queda una buena semana antes de cruzar los Pirineos.

Aquella tarde estuvimos a punto de quedarnos, pero era considerable el temor de que vinieran lluvias a Francia y nos doblaran el pulso del brazo. Tarazona no está  muy lejos de nuestra casa y volveremos a pasar, si es que no nos proponemos ir directamente "de cosa hecha". 

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