lunes, 13 de octubre de 2025

Comencemos viaje. Fue un 25 de setiembre del año 25.

Vivo en el centro oeste de España y, para plantarnos en Francia, tenemos que seguir una ruta noreste. El camino más sencillo directo (y caro) es dirigirse a Salamanca y Valladolid para entrar por Irún pagando un dineral en autopistas de Guipúzcoa que  desembocan en las autopistas francesas que llevan a Burdeos sableándote otro dineral. Aparte de que no viajo por autopista más que cuando me veo muy constreñido a ello, me gusta más entrar subiendo y bajando Roncesvalles, (además ya sé donde están la penúltima y última gasolineras donde se llenan los depósitos para pagar menos impuestos, la gasolina francesa más barata está a 1,65 comprándola en las gasolineras de los supermercados Leclerc, Auchan, Carrefour, Intermarché...mientras que la española sale por 1,38, comprándola en polígonos industriales y en algunos supermercados, si vamos a cualquier gasolinera de carretera ahora está la francesa a 1,85 y la española a 1,50 aproximadamente).

Tengo una especial querencia por las provincias de Segovia, donde gané por primera vez un sueldo "grande", y la vecina Soria, que descubrí gracias al coche de segunda mano que me compré con esos sueldos. Ambas presentan una diagonal perfecta para plantarme en cualquiera de los dos pasos clásicos de los peregrinos jacobeos: Roncesvalles y Canfranc.

Esta vez habíamos señalado Canfranc, que tiene un gratuito túnel de 8 kilómetros para salvar los Pirineos, pensando en hacer noche en el cercano e histórico pueblo de Sos, donde nació el rey Fernando el católico y se rodó 500 años después la película "La Vaquilla" de Berlanga.

Después de un par de centenares de kilómetros, paramos tomar gasolina y avituallamientos en Soria. Aprovechamos para ver la iglesia románica más hermosa que tiene, Santo Domingo, cuya portada hace diez o doce años, que la visitamos con nuestra hija, estaba oculta por andamios.

Ahora, después de aquella restauración surgió así ante nuestros ojos.




La iglesia (no lo recordaba) resulta ser parte de un convento de clausura, así que su altar está separado del público con una verja de hierro. En aquel momento estaban cantando las monjas. Yo no acertaba a entenderlas, lo hacían con un extraño timbre creo que podían ser la mayoría como asiáticas o iberoamericanas. No lo pude ver pues ellas me presentaban las espaldas con sus ojos fijos en el altar. Tomó la palabra una española para leer algo de la liturgia y resultó ser una de las voces más puras que en nuestro idioma se puedan oír. Intenté hacer un video con mi flamante teléfono móvil nuevo, pero fui torpe. 


En un hipermercado francés de Soria nos avituallamos de conservas de pescado en lata, que en Francia no son fáciles de encontrar y son muy socorridas en viajes como los nuestros.

Más adelante llamaron mi atención unas obras de una autovía, que se llama "del Duero", que es el río que vertebra el centro de la comunidad autónoma de Castilla y León.

Esos volquetes parecen de juguete pero son enormes y sirven para el movimiento de tierras, suena raro movimiento de tierras.


Esta aridez de finales de septiembre contrastará mucho con lo que veremos cruzando los Pirineos.

Antes, en la ciudad de Soria, quise fotografiar gente. Lo he hecho mucho durante todo el viaje. 



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