Aún estamos en el duro durante y pensamos en el duro después.
Pues depende de si tenemos vigor o quedamos aplacados. El hombre es la medida de las cosas, y por mí mismo puedo decir que dentro de una enfermedad uno se hunde: yo hace unos meses tuve una horrible indigestión sobre las doce de la mañana, sudé muchísimo, y echaba ácidas bilis; creí que me estaba muriendo, pero me restablecí con un poco de suero, y a las 10 de la noche de ese mismo día pude conducir los 70 kilómetros hasta mi casa. Al día siguiente estaba como si nada: era sorprendente, como un mal sueño y un luminoso despertar.
Todas las enfermedades no son iguales, ni todos los enfermos. El recuerdo cercano de que hay "milagrosos" restablecimientos me hace estar animoso, en este momento, por la salud de mi país.
Aunque en casi toda enfermedad hay fases de bajón combinadas con las de optimismo. Todavía me/nos quedan varias.
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