DESARROLLO
DEL TRABAJO
Todo
esto va ocurriendo junto al aprendizaje del trabajo, mientras entran procuradores y procuradoras,
abogados y abogadas a preguntar cómo van sus asuntos. Los funcionarios se lo
explican, pero si hay algún problema o hay que hacer alguna pequeña reinterpretación en la ley
toman el expediente y van a consultarlo
a la secretaria o al juez. Que no siempre, pero la mayoría de las veces,
acceden.
El juez
tiene buena cara, imprime casi siempre un tono paternal a su voz de tenor,
habla muchas veces como si aconsejara, como si no diera mucha importancia a la formalidad.
Resulta deliberadamente tranquilizador, empleando expresiones impropias como
“tirando virutas” o “enchúfalo”, que realmente no le cuadran nada, pero uno
termina acostumbrándonse a ellas.
Es de
... como yo, y más joven. Cuando me lo presentaron estreché una mano blanda,
cosa siempre que me predispone contra la sinceridad de quien me la da de esa
manera. Creo que, a pesar de que con la boca manifestó la consuetudinaria
alegría por ser paisano, no le hace ninguna gracia. Sé que la razón, aparte de
los complejos que pueda tener como cualquier persona respetable respecto a su
pasado juvenil, es que tiene un hermano, en tiempos muy conocido por las calles
de Gélida por sus extravagancias. Al hermano le traté en el instituto y durante
años conservé su saludo; hace décadas que no le veo, y, por supuesto, negaría tantas veces como San
Pedro conocerle o recordarle, si en algún momento fuera inquirido por ello.
Ante su
simpatía, en la primera entrevista, le pregunté ¿cómo debo llamarte de tú o de
usted?.
-De usted, aunque yo os llame de tú: llámame
“Don ...”.
Hago
constar que lo entiendo; es un gesto de experiencia. Como personas, son
completamente iguales a los demás, por eso necesitan que todo el mundo,
especialmente delante del pueblo llano, les reconozca una altura y una
capacidad superior, ya que les ha sido conferido decidir sobre el curso de vidas
y haciendas. Por eso se ponen togas y tienen en su mano el delito de desacato.
Acatar es aceptar una obligación un mando sin
razonar, sin poner en duda, sin siquiera rechistar; acatar es obedecer
ciegamente. Desacatar sería lo normal en una sociedad inteligente, madura, que
no admite imposiciones que no sean razonadas. Pues bien, una persona que
replique a un juez sin usar expresiones, como “con la venia” “señoría” está
expuesto a ser reo de desacato. El desacato es un pedestal que la sociedad les
da, y que ellos, muchas veces, no merecen.
No
tengo inconveniente en acatar a Don ...., es un tipo capaz para su oficio. Es
la confirmación de la teoría lamarkista de la evolución: “la función crea el
órgano”. No es que aparente ser un tipo hipersabio en lo jurídico, un cantarín
de artículos, pero es solvente. Sin embargo, su especialidad, a la que ha
adaptado su memoria, son los asuntos de su juzgado. Lo recuerda casi todo de
casi todos los expedientes, si ahí o acullá pidieron una prueba pericial, si el
perito vino de Zamora o de Ciudad Rodrigo, si esta empresa va mal y estuvo a
punto de entrar en concurso de acreedores. A mí me cuesta trabajo acordarme de
los – aunque hayan sido penosos- pasos que di en un caso de cuatro meses atrás,
pero este juez sí los recuerda y tiene, aparte de su bagaje de décadas, el de
siete personas como yo que se admiran de que sepa mejor lo que tienen entre
manos que ellos mismos. Rememora cosas como qué le dijo al funcionario, cuando
le planteó una duda, o remite a que busquemos y copiemos lo que resolvió en el
juicio verbal nº 569 de 2011, porque su
memoria también alcanza a los números.
Emocionantes y angustiosas estas narraciones de vida laboral cotidiana. Pero se queda uno intranquilo por tu atrevimiento de hacerlas públicas. ¿O es que ya has "causado baja" y te estás desquitando? No quisiera inquietarte por la inquietud que a mí me ha quedado. Sea como sea, felicitaciones por estas historias que producen taquicardia como cuentos de tensión. Como los rasgos psicológicos y el trato de los personajes de quien se depende, lo de las aplicaciones informáticas es una angustia total, porque unos proveedores alquimistas de estos tiempos se han hecho con un hueco muy rentable y sobrevalorado, basado en la ignorancia del resto y el esnobismo, credulidad y, posiblemente, intereses de los políticos que aprueban cambio tras cambio y actualizaciones infinitas, cuando el razonamiento -reconozco que simple- me dice que si algo necesita actualizarse tan rápidamente es que habría que exigir la devolución del dinero pagado por la aplicación anterior, porque los fundamentos de la informática son los mismos desde hace muchos años y un buen programa profesional de lo que conozco, que es el dibujo, como Photoshop o Illustrator, tiene sus funciones o comandos principales iguales que hace treinta años. La jefa o superior inmediata me da pánico como de internado conventual. Con toda la angustia, la instructora informática, por su descripción, me resulta erótica; eso sí, no tomes ni un café -medida adecuada contra la tensión arterial- y abusa todo lo necesario del antitranspirante para pieles sensibles.
ResponderEliminarGracias Xabier, lamentablemente he causado baja. De otra manera sería cuanto menos incómodo saber que algunos podrían darse por aludidos y que me hicieran sentir ese poder. Olvidé poner en el forntispicio eso que sale en algunas películas de que "cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia". Al final del relato, en el 7 saldrá un suceso de realismo mágico que será la vuelta de tuerca que lo aclare todo.
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