sábado, 11 de mayo de 2013

UN SUCESO DE VERDAD


Un suceso de verdad.

 

De verdad es que yo soy así, un poco cargado de espaldas, -esto me pasa por ser más alto que bajo-, por lo que me encuentro cosas en el suelo con alguna frecuencia.

Estoy en el paro desde hace varias semanas y, sin embargo, mi buen corazón aún tiene unos repentes de ...bobo. O de buena persona, porque me acabo de encontrar 50 euros anónimos y, en un gesto caballeresco, los he “devuelto” a una clínica dental a cuya entradilla, (más bien en el límite de la acera con su entradilla, -la verdad-)  estaban.

He entrado en la clínica, he llamado la atención y ha salido de la consulta un dentista con mascarilla y todo y le he dicho:

 

-Mire: Me he encontrado esto ahí a la puerta y he pensado que se le habrá caído a alguien de aquí.

El dentista ha cogido el dinero y lo ha metido en un cajón de la oficina del recibidor diciendo:

-Será del cliente anterior que acaba de salir.

Y yo he necesitado una excusa más para justificar mi gesto altruista (o bobo) y  he añadido:

-Es que pienso que a mí me daría mucha rabia perder este dinero, más que la alegría de encontrármelo. Devuélvanselo por favor.

 

No sé si el dentista me ha dicho gracias o simplemente ha vuelto a su trabajo.

 

Al salir he pensado: pero si yo soy un parado, pero si el billete estaba en la calle y podía ser de cualquiera. Y también que puede que los de la clínica digan, (sin molestarse en sondear al cliente anterior): si nadie viene preguntando por el dinero, para nosotros.

 

Creo que lo suyo es que el dentista me hubiera mirado extrañado, con los ojos muy grandes, para recordar mi cara de samaritano, un hombre de aproximadamente cincuenta años con bigote, gorro, y las bolsas de la compra en las manos. Pero no lo ha hecho, como si mi acción sucediera todas las semanas.

 

Mientras me acercaba a mi casa lo he venido pensando, pero no he sentido pesar por el bello (quizá estúpido) gesto; al fin y al cabo, el dinero no era mío. A lo mejor es una inconfesable superstición atea: a veces me da pensar que un extraño equilibrio del universo me podría compensar este enriquecimiento injusto con una desgracia. Pero también en la argumentación han sacado pecho mi bondad, mi desprendimiento, mi alegría.

 

Pero... la falta de reconocimiento, el guardarse sin más mi dinero como si fuera una donación anónima, me ha seguido dando qué pensar. Por eso, al llegar a casa, se lo he dicho a mi mujer,

(...)y  no sé muy bien por qué lo he hecho.

 A lo que me ha respondido:

            -Pues yo sí sé por qué has hecho esa tontería: para poder publicarla en el blog.

 

2 comentarios:

  1. Gracias a personas con valores y principios como los que tu has demostrado tener merece la pena salir a la calle. Seguramente tu familia te inculcó esta forma de ser tan humana, compasiva, legal y natural, que hoy día se está perdiendo. Me veo reflejado en tí y en tu extraordinaria personalidad. Tus amigos, tus hijos y cualquiera que te rodee debe estar orgulloso de tener tu amistad. Personas como tú son las que son realmente importantes en esta vida. Aunque casi nadie comprenda por qué has actuado de esa manera tan ejemplar, que raya en ser "bobo", en tu interior deberías sentir un gran orgullo por ser un tío auténtico.
    Que le aprovechen los 50 euros al dentista, a ver si gracias a ese dinero puede llegar a fin de mes. Ya me gustaría a mi tomarme contigo un vino en una tasca y darte un abrazo por ser tan cojonudo (perdón por si a alguien le ofende esta expresión).Te lo envío virtualmente desde Casillas (Avila).

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    1. Gracias, Salvador, no dejo de encontrarme cosas valiosas. Tu comentario vale por lo menos 50 euros del material con que se fabrican los sueños de la buena gente. Y este billete me lo quedo para mí como homenaje, aunque invito a los demás a difrutar la alegría de nuestro encuentro.
      Te devuelvo el abrazo, Salvador.

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