Goebbels
es muy culto. Por ello desprecia desde arriba a los generales que rodean a
Hitler, -que para él son brutos y
carecen de su sensibilidad intelectual-, sin embargo odia todavía más esta vez
“desde abajo” a los otros intelectuales, (en términos actuales de España, yo
diría que odia a los “intelectuales progres”).
Y de
una conversación con Hitler nos recoge
estas palabras:
Los judíos fueron también los primeros
en emplear la mentira como arma política. El hombre primitivo, según cree el
Führer, no conocía la mentira... Cuanto más se desarrolla intelectualmente al
hombre, mayor habilidad adquiere para ocultar sus íntimos pensamientos y
expresar algo totalmente distinto a lo que de verdad siente. El judío, como
criatura absolutamente intelectual, fue el primero en conocer este arte.
Podemos considerarle, por lo tanto, no
sólo como el portador, sino como el inventor de la mentira entre los seres
humanos. A causa de su pensamiento materialista, los ingleses son muy
semejantes a los judíos. En realidad son los
arios que más se han contaminado de las características judaicas..., la nación que ha descubierto las
intenciones judías y ha sido la primera en luchar contra ellas, será,
naturalmente, la que ocupe el puesto de Inglaterra en la dominación del mundo.
Por
supuesto que la nación es Alemania. Los mejores soldados, los únicos que saben
por qué luchan, son los alemanes (sólo que siempre por culpa de un inepto -que
nunca es Hitler, se ha descuidado la aviación y les han ganado la batalla del
aire los ingleses, a quienes ama, odia,
teme, admira)
Son un pueblo especial con el que resulta
difícil razonar. Son testarudos hasta el
extremo de que, a la larga, alteran los nervios a cualquiera. Posiblemente se
trata de una ventaja nacional más que una desventaja.
Pero a
los que no puede ver es a los italianos, sobre todo cuando cambian de bando;
solo salva a Mussolini:
La única cosa cierta en esta guerra es
que Italia la perderá. Su pusilánime traición a su propio Duce fue el preludio
de la cobarde traición a sus aliados. Mussolini pasará a la Historia como el
último romano, pero tras él se verá un pueblo de gitanos incapaces de toda
grandeza...
Las
demás ciudades, pero sobre todo Berlín, fueron bombardeadas intensa y
repetidamente porque ya los nazis el 29 de noviembre de 1943 no tenían aviones
ni cañones antiaéreos con que defenderse efectivamente. Las bombas están
causando importantísimos destrozos y dejando sin casa a la mayoría de la gente,
pero lo que ve este hombre es esto:
En la Gartenplatz presencié el reparto de alimentos.
Hombres y mujeres me recibieron con un entusiasmo tan increíble como difícil de
describir. (...)
Tuve que comer con la gente y me
llevaron a un banco para hablarles. Pronuncié un discurso certero y enérgico
que ganó el corazón de los trabajadores. Todo el mundo se acercaba a llamarme
por mi nombre de pila, dándome el calificativo de “Du”. La gente quería
pasearme en hombros por la plaza y me costó trabajo impedirlo. Las mujeres me
besaban. Tuve que darles autógrafos. Se distribuyeron cigarrillos y fumé uno en
su compañía. En resumen, la gente estaba alegre y divertida como si nos
hallásemos en un carnaval.
Naturalmente los destrozos son enormes,
pero la gente más directamente afectada por ellos los toma con el mejor humor.
Están firmemente convencidos de que lograremos superar todas las dificultades.
Sólo tienen palabras de alabanza para las medidas que hemos tomado hasta ahora.
La mayor parte de Wedding está en
ruinas. Lo mismo ocurre con Reineckendorf.
Me despedí de la gente. Hubo escenas conmovedoras. Una mujer dio a
luz a un niño durante los bombardeos aéreos hace dos o tres días; sin embargo,
insistió en levantarse cuando supo que estaba por allí y corrió a la plaza.
Desde luego, no perderemos esta guerra porque falle la moral del pueblo.
Discutí extensamente con el doctor Ley
la manera de hacer que retornen al trabajo los obreros que aún no han vuelto a
sus fábricas. Tendremos que hacer algo para estimular su regreso. Daremos
raciones de cigarrillos y licores a los obreros que vuelvan a tiempo, aparte de
hacer un llamamiento a su sentido del deber, lo cual no deja de producir
grandes efectos en el caso de los trabajadores berlineses. Es preciso reanudar
el trabajo lo más rápidamente que sea posible. Los obreros han de ayudar,
también a limpiar los escombros. No deben dejar que hagan esa tarea los
soldados que no saben una sola palabra acerca de las fábricas y posiblemente
estén destrozando más de lo que arreglan... ¡el obrero berlinés es capaz de
jugarse la cabeza para conseguir un cigarrillo!
Este
era el concepto final de la raza aria superior que tiene uno de sus principales
mentores: capaces de jugarse la cabeza por un cigarrillo.
Yo no
creo que la mayoría de los berlineses se
comportaran como describe Goebbels
después de lo que estaban sufriendo. Uno de los delirios de este hombre
es interpretar pequeños gestos, que puede que efectivamente le hicieran
arribistas (que siempre los hay) o gentes forzadas o miedosos o fanáticos, como
representativos de la ciudadanía. Me atrevo a diagnosticar que se producía en
su mente un bloqueo, un intento de menoscabar la cruel realidad, diciéndose que era la voluntad del
pueblo, la que junto a él estaba asumiendo estos destrozos, y descargándose de
la responsabilidad, plena en su caso, de haber hecho la guerra y de estar
perdiéndola de esta manera tan impotente y dolorosa.
Viendo
la derrota de la racionalidad, de la perspectiva, de la realidad, se columbra
el trastorno mental que originará que cuando los rusos estén entrando en Berlín
no sólo se suiciden él y su mujer, sino que también envenenaron a sus hijas.
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