Será cosa de geografía, pero creo que, en general, los españoles admiramos a los altivos franceses y nos caen muy bien los humildes portugueses. Los primeros están en el influyente centro de Europa, los otros son más periféricos que nosotros. Extremadamente educados, hablan bajito, no han ganado mundiales de fútbol, tienen solo un premio Nobel (Saramago) y carecen de marcas de coches, ni de nada que reconozcamos.
España no mira a Portugal más que cuando hay incendios, que hay muchos más en proporción que aquí. Los dos países compartimos regiones pobres y forestales cuyas llamas se comunican con facilidad. Las costas de ambos países son ricas pero el turismo porqgués no es potente por la frialdad del agua de sus playas del Oeste, sólo aptas para valientes nadadores, a diferencia de las mediterráneas que son "para todos los públicos".
Penetramos por Monfortinho, una puerta trasera lindante con Cáceres que nos queda a menos de dos horas. Inmediatamente se me ocurrió parar ante este curioso merendero de madera que ha perdido su techo. Uno parece que se empeña en confirmar el tópico de la humildad y el trabajo artesano.
me senté en los bancos y son más resistentes de lo que parece. (a lo mejor han durado más del doble que las Torres Gemelas de Nueva York.
Portugal es un país lleno de monte y de montes, su campo desde Castelo Branco a Coimbra es altamente combustible, por los eucaliptos y por las laderas donde trepan las llamas y dejan cenizas y costurones que ahora se repueblan con mucho trabajo y coste de la manera que puede intuirse.
Entre Castelo Branco y Coimbra debe estar la Portugal vacía.Los lectores del blog conocéis bien mi pasado de viudo de bosques hermosos y comprendéis mis penas pensando en los grandes incendios que asolaron estos montes. El paisaje es "divertido" de conducir pero se hace pesado porque no se avanzan kilómetros con facilidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario