Leo esta novela sin enterarme bien de todos los personajes. Son jóvenes de antes de nacer yo, en una hermosa ciudad que conozco muy bien, Salamanca, viviendo unas vidas alicortadas, pendientes de divertirse ellos y de casarse ellas, de no regalar el tesoro de su virtud, o de venderlo bien, entre anhelos y vestidos nuevos, esperanzas de lo que traerán las fiestas o los bailes del casino..., mientras ha aparecido un muchacho que es muy interesante solo por que viene de fuera. Pequeñas cosas que no terminaban de pasar y que iban llenando, o vaciando, vidas.
Llevamos una semana de lluvia, que es una fortuna para los campos y para los agónicos embalses; seguramente es el final de mayo más lluvioso "desde que se tienen registros" o no, pero tanta lluvia arrima melancolía a mis pensamientos. Voy haciendo cosas que tengo que hacer, pero algunas se tuercen o se paran. Mi hija me abandona con el desapego propio de su edad, y cada vez estoy más pendiente de mi madre porque me necesita cada día y yo también a ella, la vida se va cerrando y entramos en lo esencial. Mi madre fue de la edad de las muchachas casaderas de entre visillos, pero vivía en un pueblo y allí no había tantos alicientes sociales como en la Salamanca pequeñoburguesa que se describe: ella trabajaba en el campo y en la casa de mi abuelo, incluso estuvo un tiempo de criada en Madrid; luego volvió, se hizo novia de mi padre y se casaron, me tuvieron a mí, ahorraron, se hicieron una casa, tuvieron a mi hermano, siguieron ahorrando, tuvieron a mi hermana, se compraron un piso en Ávila que era la cabeza de puente para desembarcar en el futuro..., pero ahora lo vamos a vender, ya muerto mi padre, ordenando, cerrando lo que ya no sirve.
La vida es un muelle donde van girando estaciones porque siempre ha habido verano, y también siempre ha habido invierno, aunque no nevara. Yo leo libros y parece que se me olvida lo que leo, hasta se me olvida lo que veo, y lo que he vivido. Poco quedará de mí y de casi nadie; construí y reconstruí paredes y bancales en mi huerto, pero antes que yo ya los habían construido otros, de cuyo nombre quisiera acordarme, pero como yo, dentro de pocos años, son olvido.
Hay gente que mata, roba, arma escándalos, trata de darse importancia por cómo viste o la moto que tiene, llenan unos días las conversaciones. Yo quiero, quisiera crear algo interesante, lo que más me hubiera gustado es ser músico, pero también sería pasto del olvido. Son contadas las obras maestras que permanecen de los grandes maestros o de los músicos más populares. Acaban de poner por la radio el segundo concierto para piano de Chaikovski y no lo conozco, he oído cien veces el primero, y las sinfonías famosas, y su música de ballet, y su concierto para violín y orquesta: uno de los preferidos del público y los violinistas... pero este segundo concierto no se tiene en cuenta, no cabe en nuestras limitados altares de recuerdos, a pesar de su hermosura. Cualquiera se conformaría con hacer algo así en toda su vida. Hay miles de músicos olvidados, y hasta hay obras de los más grandes genios que fueron algo anodino y episódico como la vida de entre visillos, que los jóvenes de ahora y los venideros no comprenderán a no ser que intenten sumirse con determinación en un ambiente que caducó.
A mí me sirve porque contiene expresiones que excitan mi imaginación sobre aquellos tiempos que, no siendo los míos, son parte de mi herencia cultural y social, y prefiero irme a vivir a ellos: me parecen más bonitos que las cosas y las relaciones sociales de ahora, que se tiran casi sin usar porque quizá no valen tanto y tenemos de todos los misterios al alcance de la mano.
Sois muy pocos mis lectores y seguro que no dais a mi pensamiento mucha importancia, porque no suele tenerla, y olvidais pronto lo que escribo. Ahora que veo crecer la hierba anegando todo con esta lluvia, comprendo que eso es lo que pasa con todo. Desde el año 2014 tengo una página de fotos antiguas de mi pueblo. Antes del Covid se solían poner nombres a todos los que salían en ellas, pero en estos últimos años se van quedando sin identificar muchas de las personas que vivieron en los años cincuenta, como los personajes de Entre Visillos, figurantes de una vida que no interesa ya.
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