sábado, 20 de mayo de 2023

Se está yendo la vida



 Aunque aún no he cumplido 59 me cuento ya por sesenta. Antes, cuando era niño yo los de sesenta eran viejos, estaban para morirse. Mi abuelo Baldomero murió con menos de 70, mi abuelo Joaquín, murió con menos de cuarenta por una septicemia en el 1.938. A mis abuelas ya las conocí de viudas permanentemente de negro y con pañuelo negro, como enterradas prematuramente.

Ha muerto mi padre; veo la cuestaabajo de mi madre, y total: tiene solo veinticuatro años más que yo.

Las semanas devoran vorazmente sus días. Hoy ya es sábado pero dentro de pocos días será otro sábado, y casi habrá caído otro mes. Los años van pudriéndose con mis canas y calvas, resuenan ecos de inquietantes ruidos internos. He olvidado cómo dormir cuatro horas seguidas; aquellos sueños reparadores llenos de sueños han sido sustituidos por vigilias y semivigilias, levantamientos al servicio o a la nevera, y negociaciones y peleas con la almohada.

Tengo muchas razones para estar satisfecho de lo que tengo: la vida resuelta según mis criterios de sostenibilidad: llevo años siendo un parado pero me siento un prejubilado porque, con lo que me van a dar hasta mi jubilación legal, me mantengo, y mi tiempo entero lo disfruto de mi huerto y de mis libros, también hago fotos y algún paseo y  deporte suplementario..., sin embargo, cuando algo me sale mal, o tengo cualquier trámite pendiente de resolver (soy el presidente perpetuo de mi comunidad de vecinos, creo que nunca lo he escrito aquí) me intranquilizo como un bobo, mucho más de lo que sería razonable. 

Miro a mi huerto ahora. Ayer ha hecho viento y se partió alguna rama de melocotonero, con sus fetos de melocotoncitos: una dulzura que nunca llegará a pesar de mis riegos y cuidados. Pero que acabo de ver es una rama de albaricoquero a la que pesan mucho sus frutos y está hocicando. Como yo. 

A ver si me llueve, que buena falta hace.


POSDATA: estaba haciendo la declaración de la renta de mis padres y le di a aceptar para pagos y devoluciones a una cuenta del banco que ya hemos cancelado. He estado peleándome con el programa, pero parece que no me permite cambiarla. Darse de cabezazos contra los rechazos de un ordenador desespera vitalmente. Seguramente por eso lo de hoy.





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