Internet sabe casi todo de mí, por eso hace unas semanas me pusieron como publicidad que la discográfica más importante del mundo de la música clásica, la Deutsche Gramophon, estaba en oferta con la rebaja del 80% de su precio.
A buenas horas: hoy es hasta difícil comprar un reproductor de compact disc, (no sé si más o menos que una cámara réflex de fotos). Hace un par de años un conocido que tenía bastantes discos caros de ese sello, me dijo que todo estaba en Spotify, lugar donde de momento no he debutado yo como usuario.
Cuando, en los ochenta, quise conocer la música clásica, (aún no tenía radio con FM así que tardé en escuchar Radio 2, que ahora se llama Radio Clásica), los discos de los aficionados fetén eran del sello amarillo, capitaneados por Herbert Von Karajan y su Filarmónica de Berlín. Mi amigo Luis Represa, que tenía mucho más dinero que yo a su disposición, era propietario de la maravillosa cinta de Narciso Yepes "Cinco siglos de la guitarra española" que marcó mi vida guitarrística y mis compras de partituras, Albéniz, Granados, Tárrega, Llobet, Ruiz- Pipó y Villalobos Tárrega, creo que podría reproducir su programa por orden ¡Qué sonido! Entonces nos prestábamos las casetes.
Yo compraba otras cintas a doscientas pesetas, o dos a trescientas, en el Rastro de Ávila, y restos de la colección roja de RTVE en un rincón de una tienda de discos, para ir culturizándome y descubriendo la clásica. Las casetes de DG costaban 800 pero yo sabía que eran infalibles, lo mejor. Más tarde empecé a grabar de la radio y a copiar cintas cuando aparecieron los casetes de doble pletina. Pero nunca tuve cintas de la Deutsche G, siempre fueron prohibitivas, lo mismo que los discos (yo no fui propietario de un equipo con tocadiscos hasta mi primer trabajo bien remunerado a mis 27 años, cuando ya existían, dominantes, los CD.
En los años 2015 aproximadamente, pude comprar de segunda mano unos cuantos discos, ya a euro, que honran mi discoteca: ¡Cuarenta años más tarde por menos precio que las cintas baratas que yo me compraba por entonces!
Ahora nada vale lo que tanto costaba. Nadie actual podrá comprender lo que he luchado yo por conocer obras que tenía en partitura, y lo que he luchado por tener partituras (fotocopias) de las músicas que conocía.
Estamos en otro mundo: la empresa de la excelencia musical (la de la música eterna) se vende de baratillo, no hay espacio en las casas ni ganas de seguir comprando aquellos contenedores excelsos, la envidia de los pobres como yo.
No voy a hacer por comprarles nada. Tengo muchos más compactos de los que puedo oír. Y sigo escuchando la radio. Además padezco de acúfenos y cuanto menos abuse de la música mejor.
Pero me escuece que mis deseos, mis anhelos de entonces, sean tan asequibles, tan depreciados, tan despreciados. Pasa un poco también con los libros, últimamente consigo muchos sacándolos de los contenedores de papel, o de gente que los deja al lado.
Me quedan veinte o treinta años de vida, pero mi mundo desaparece, me interesan muy poco las manifestaciones culturales de ahora.
Como la Deutsche Gramophon soy algo caduco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario