Teníamos unas oportuna quincena de días de junio para viajar. Desde hace tiempo dijimos que sería Florencia y alrededores, pero yo padecí un problema en el gemelo y, por supuesto, tampoco iba a dejar de votar en las elecciones europeas. Esto y dudas y vacilaciones porque somos torpes -sobre todo desconfiados- manejándonos con dineros por Internet, y diferencias de opinión y planteamientos, consiguieron que se aplazara nuestra intentona "sine díe".
Entonces surgió un nombre: "las Alpujarras". Seria con nuestro coche y saldrían alrededores, con mar incluido. Es menos ambicioso y nada arriesgado en dinero, y el control lo tendríamos, como siempre en nuestra voluntad y en la mecánica del coche, que volvió a responder.
Olivos, y su fruto vertido sobre una tostada caliente con tomate y sal, con el perfume de un café con leche. Y a caminar por la extensa Andalucía de cal y flores, de cuestas de casas hermanadas y de gente simpática y hospitalaria: es la forma más ambiciosa de estar despierto a la vida.
Lamentaría aburrir a alguien pero, de Andalucía soy incansable.
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