De Grazalema continuamos atravesando su sierra por un puerto cuyo nombre ya olvidé, pero es el primero de consideración que ha subido el coche después de los últimos agobios y remiendos mecánicos. Satisfactoriamente.
La vista después de conquistar un horizonte, al menos la mitad de las veces, es reconfortante. Como ésta Uno quisiera haber visto ya mar, pero me parece que aquí no lo hay todavía. Lo que sí había en un mirador es el típico mapa donde señalan los nombres de los picos más llamativos.
Esta formación rocosa se llama "el salto del pastor"
Lamento repetiros una foto, pero esta nube creo que lo vale.
Debajo del puerto está este pueblo que se llama Almahoma, de inequívoca resonancia árabe.
En él nos avituallamos de agua serrana, un poco sosa, pero una garrafa de siete litros, es necesaria para nosotros cada dos días, especialmente si hace calor.
Monumentales encinas al pie del puerto en un amable merendero
La ganadería es parte del paisaje. Y crea prados. Me gustan la carne y la leche, y también las pieles.
Un grupo de cicloturistas iban a subirse el puerto. Había gente muy mayor, admirable, yo no podría con mis kilos y mi edad.
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