Tras fracasar en el enamoramiento de Alcalá de los Gazules, lanzamos nuestras expectativas de alojamiento rumbo a Jerez de la Frontera que era un tiro fijo. Por el camino se nos caía el sol y mi mujer chequeó en el teléfono si habría habitaciones disponibles en Medina Sidonia unas decenas de kilómetros antes. Paramos y acertamos en plena plaza mayor. Estábamos cansados, pero una noche bien iluminada es imperdonable para esta pareja de aguerridos turistas.
Desde nuestro alojamiento, al día siguiente.
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