Habíamos decidido no ir a Córdoba a buscar alojamiento como teníamos previsto. Minutos después de de tomar posesión de habitación en impecable Hotel Gambrinus (un genio de la cerveza en tierra vinatera, "cosa más rara"), partimos a conquistar las perecederas imágenes con luz solar que todavía alumbraran sus monumentos.
Nos encontrábamos en la principal calle comercial y el sol subía sus rayos más coloridos a la vez que estaba bajando a esconderse en la noche. Algún mensaje estaba mandando a un veterano catador de puestas de sol: que esta ciudad asentada en un monte acaso podía ofrecernos un oeste espectacular, así que apreté el paso.
Esa iglesia que dejamos atrás es la de San Juan de Ávila
este es un edificio de la Plaza de la Rosa. El sol se iba
Los cables y torretas eléctricas quedan bien. No los desprecio en mis fotografías
El sol afinaba su paleta, pero aún no se había escondido en una tierra, sino en una nube del horizonte, quedaba tiempo.
Nunca había hecho una puesta de sol con palmeras
el horizonte de tierras cultivadas y olivares era ideal, pero la paleta de colores aún podía mejorarse.
capturé este reflejo en una ventana bien acorazada
Las siluetas naturalmente vegetales casan bien con los ocasos
incluso una alambrada con una parra trepadora
pero la pureza es elocuente en su plenitud
Incluso hacer una foto vertical para capturar más altura de cielo
Es una coda final de una sinfonía con todos los instrumentos vibrando
Uno agradece que las baterías llegaran hasta el final
A mí me gusta mucho el pan caliente (no sé cómo definir este color)
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