sábado, 31 de diciembre de 2022

SERVICIO PÚBLICO (BIENOLIENTE)

 Estoy atorado de cuquis o de cookies, esas cosas que se te cuelan en el ordenador cuando dices aceptar a tantísimas páginas como te lo proponen actualmente. Al final el ordenador se cuelga y miras en el panel de control y te das cuenta tienes cientos de megas que se han enganchado como rémoras que son esos peces que se pegan con ventosas a los tiburones para viajar de gorra. Y lo limpio y el ordenador vuelve a funcionar. Mi ordenador no tiene la fuerza de un tiburón, creo que era el más barato que encontramos hace seis o siete años. 

Así que decidí no aceptar más, leo de gorra los segundos que me dejan antes del pantallazo y así pierdo menos tiempo, pero ya no son solo los periódicos, cualquier cosa inocente te pide aceptar para que sigas y yo ya no sigo, me aíslo: el ordenador no es el espacio de barra libre que era. Los buenos momentos en que nos acostumbramos a tomar y no pagar acabaron definitivamente. Me siento fuera, resentido, no sé si seremos muchos picoteando las migajas. 

Tampoco era lógico que todo lo dieran gratis, cuando cuesta, pero estoy cansado y aburrido y también desinteresado. No sé si será el invierno o esta edad invernal en la que estoy entrando. Cualquier tiempo pasado fue mejor, cuando tenía 50 años podía soñar con doblarlos, pero llegar a 116 ya me parece que es muy difícil y tampoco, visto lo visto, creo que me apetezca.

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