Desde que somos conscientes de la opinión de los demás hacemos cosas no por interés particular no por mantenencia o yacer con moza placentera (1) sino para que nos quieran, aprecien o envidien. Seguramente los prehistóricos ya presumían en su círculo de haber ido al templo circular Stollenge, y se llevan contando historias y aventuras de viajes desde que se concibió el Camino de Santiago, lo mismo sucede con los que se acercan a figuras políticas, artistas, deportistas. Desde que se inventó el selfi y las redes sociales para presumir, ya es una absoluta y universal dedicación.
¿Cuánta parte del PIB se mueve por los que nos dedicamos a contarlo?
Yo mismo, que me tengo por racional, no entiendo mi vida sin presumir. Recuerdo, este año, la primera vez que vi un grupo de corzos en mi pueblo, con sus espectaculares saltos, que hasta que no conseguí fotografiar uno y mostrarlo no me dejó satisfecho la impresión. Dicen que a la mañana siguiente de acostarse con Ava Gadner, el torero Luis Miguel Dominguín saltó de la cama y ella le dijo ¿Dónde vas con tanta prisa? "a contarlo"-
Si me dieran diez céntimos por cada cosa que pudiera ocurrírseme de las que hacemos para eso, me haría rico, ( y luego lo contaría; lo estoy contando ya)
Los ídolos como Ava Gadner, son ejemplo de lo que más queremos, es fácil subir a la torre Effiel o fotografiarse con la Sagrada Familia, pero esto otro: conseguir la atención de alguien famoso, efímero, políedrico porque todos somos un poco poliédricos cada segundo de nuestra vida, es lo más. Los que me seguís ya habréis leído lo que presumo de mi escasa (y casi siempre conflictiva) relación con Silvio Rodríguez.
Considero a Astor Piazzolla mucho más importante que a Silvio, aunque creo que habré disfrutado tanto de uno como de otro. Piazzolla tiene ahora mismo una importancia universal y creciendo cada día, Silvio se limita a los que entendemos su idioma, que somos muchos, pero poco más. Yo he escuchado todas la entrevistas de Astor que he encontrado en youtube, todos los documentales, he leído todas las entrevistas que me han aparecido no solo de él sino de los músicos que tocaron con él, sus amantes, sus representantes, amigos, con auténtica devoción; y quiero más, no me canso.
He llegado a entablar contacto con su único hijo vivo, Daniel, que se acerca a los 78 años, y me contestó por escrito unas preguntas un día. Recientemente me mandó un "audio de voz" para mí es una joya, se dirigió a mí por mi nombre, disculpándose y contándome lo mal que se encuentra de salud y respondíendome prolijamente a la pregunta sobre su padre. Dura un minuto y cincuenta y tres segundos.
Ya está; ya lo hice, como Luis Miguel Dominguín.
Agradecido, escribí esto metiéndome en su piel, y ayer decidí mandárselo.
"Dicen que todos los hijos vemos desde la cunita nuestro papá
como un gigante. Yo nunca he podido salir de mi cunita. Mi padre es un genio de
la música y digo “es” en presente, aunque murió hace treinta años, porque es
inmortal y la inmortalidad es algo permanente. En este mundo, en el que hoy dijeron que alcanzamos 8.000 millones de seres
humanos, cada segundo alguien comienza a tocar en público un Oblivion, un
Libertango, una Muerte del Ángel, un Verano porteño o el ubérrimo Adiós Nonino
y eso nutre mi cuenta corriente menos de una tercera parte de lo que debiera por
la universal piratería, pero agranda el abismo de mi cuna hasta él; el inmortal
que me dio la vida. Sí, no pude apartar el cáliz y elegí un instrumento
armónico del que aunque hubiera sido Oscar Peterson, Baremboim o Horowitz,
nunca hubiera dejado de ser el “hijo de”.
Me lo han dicho: mi padre es Edipo, ayer un español al que
cometí el error de mandar un mensaje de voz va y me responde que sintió la voz
de Jesucristo, el Hijo de Dios. Con lo jodido que ando casi me hace reír ese
chiste que solo comprenderían Carl Filipp Emmnanuel, Wilferd Friedman , Johan
Christian y Johan Christop…Bach, pero ellos
eran cuatro para aguantar ese peso y su padre no llegó a ser tan conocido en
vida ni tan idolatrado tras su inmediata muerte como lo es el mío.
No voy a quejarme, fue un hombre genial, inteligente, sus
compañeros músicos le adoraban, muchos han seguido viviendo prósperamente con
la vitola de haber sido del quinteto de o del sexteto o del octeto eléctrico,
incluso yo mismo hubiera seguido viviendo con un sobresueldo como músico sin
este apellido, solo con el rebufo de acreditar que fui cuatro años miembro de
su octeto.
Menos mal que vivo en el país de los psicoanalistas,
bastante trabajo tienen conmigo, de joven me rebelé ¿cómo no? Pero de mayor, maduro ¿cómo te rebelás ante
dios? Eso solo lo hizo Lucifer y mira como le fue. Él tuvo una personalidad
diabólica que yo no tengo. La gente hasta olvidó que Lucifer también era hijo
de dios. Yo, pobre hombre mortal, nunca podré hacer olvidar que mi padre fue
Piazzolla. Y no hay más Piazzollas detrás porque mi abuelo fue solo Nonino.
Hasta ese punto se extienden las notas de un genio.
Sí, porque mi padre fuera de Argentina es ya diez veces más
que Gardel, incluso en la propia Argentina parece que va a empatarle de un
momento a otro. Deseo fervorosamente que Messi gane este mundial, -además lo merece-, pero si fracasa los
argentinos van a tener que resignarse por muchos años en el monoteísmo de Ástor
y yo soy el último espermatozoide vivo que le queda."
Y me contestó dándome su aprobación. Ohhhh!!!!!!!!
(1) algo así decía el Arcipreste de Hita en su "Libro del buen amor," que son las motivaciones del hombre.