martes, 10 de octubre de 2023

Feria de ganado de Zafra

Que nadie me busque en las aglomeraciones: me gusta aparcar el coche sin agonías, abomino de los tumultos y me zumban los oídos y tomo una cierta distancia cuando oigo una multitud hablando alto entusiasmada, quejándose con la boca grande del gentío y las apreturas, pero encantada de conocerse y de hacer notar su entusiasmo con frases tópicas por estar en una fiesta.

No entiendo nada esta desmesura ganadera que protagonizaba el día y a gente urbanita a quien el ganado huele: caca y pis, paja fermentada y el propio olor de su piel. Pero es una ocasión señalada y muchos van para decir que estuvieron y que son. Y a pesar de que digo que nadie me busque, nos encontramos allí. Experimetamos aquello.

Nosotros creo que fuimos influidos y después de ver el maravilloso regalo del baile posnupcial de Villafranca de los Barros, con intención de solo pasar por Zafra, en todo caso, pasar de puntillas, pero era tal la barahunda de coches y de policías ordenando el incesante tráfico a pesar de que eran las tres y media, y además se veía que muchísima gente estaba comiendo en grandes recintos cerrados, pero todo eran coches apretados, sitios donde no se podía aparcar, porque a esas horas nadie movía el coche, pero tozudamente guiados por la aventura callejeamos hasta que, milagrosamente, salió alguien del sitio que nosotros ocuparíamos inmediatamente ganando por la mano a otros que siguieron flotando buscando un hueco en tierra firme. Lo habíamos conseguido, pero no íbamos a quedarnos, el alojamiento que nos ofrecía internet era de ¡600 euros!

Pero decidimos ir a ver aquello. Nos va la marcha sociológica, y también los deseos de contarlo y de verlo; la curiosidad.



Una ciudad improvisada con montones de gente comiendo en la calle y dentro de los recintos. Mucha gente trabajando y más consumiendo. Creo que nunca iré a la feria de Abril, pero me imagino algo así, carruseles, venderores ambulantes y buen tiempo, demasiado bueno.




y el pretexto, mucho ganado, vacas de raza berrenda, y retinta, en diferentes pabellones de las limusinas y charolesas. Pero también se vendían pollitos para los niños, y conejitos, cuyo capricho durará cuatro días, con suerte. Un ambiente muy popular, pero no exento de abundante pijerío.










Evidentemente "es para verlo" nosotros lo vimos y lo olimos. Y estas fotos certifican la veracidad de lo que vimos. No estuvo mal. Caballos hermosísimos, y vacas seleccionadas en los concursos morfológicos, un canto a la fertilidad y al futuro, no cabe ninguna duda, futuro no vegano, se entiende perfectamente.
no me cuesta imaginar que estas vacas 
se subastarán paseandolas por este albero desde el que los postores pujarán


Aquí gallos extremeños premiados y clasificados.



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