Llegamos a este lugar por el Oeste y aparcamos el coche demasiado pronto; a la vez buscábamos alojamiento, con lo cual tardamos en ver edificaciones dignas de un viaje largo. Empezar a descpcionarse suele ser el preludio más adecuado para entusiasmarse. Las primeras construcciones dignas de foto fueron estas de ladrillo.
Anochecía cuando conseguimos habitación, entonces nos lanzamos a la noche y a la magia de sus luces que siempre nos engatusan el alma de forma especial. Hay mármol por la zona, lo veremos en más portadas como ésta.
Apareciérsonsenos parques iluminados. Damos muchas gracias por estos espectáculos que otros viajeros de tiempos anteriores no tuvieron, la luz además da seguridad para pasear de noche y nosotros nos aprovechamos bien de ella.
Unas ancianas que tomaban el fresco prendieron la hebra con mi mujer, nos regalaron unos jazmines, nombre que yo conocía pero no la flor ni el olor. Desde esa noche (si el alzeimer me respeta) no lo olvidaré nunca, porque con el nombre de jazmines tuvimos una una experiencia exquisita como turistas.
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