Supongo que un líder es alguien que debe creer lo primero en sí mismo. Yo lidero este blog y un par de páginas de Facebook, y creo que lo hago bien; de lo contrario abandonaría.
Un líder político tiene detrás a gente que le sostiene y apoya su fe en su capacidad. Le ponen su cara en una cartel, le cuidan la imagen para que no meta la pata o "saltan" cuando alguien trata de embarrarla.
Pedro Sánchez, el presidente del gobierno español con menos votos desde que murió Franco, se cree un hombre providencial: habla en nombre de España cuando se apoya para seguir en mucha gente que no cree en España, que propugna dividir a España y, sin embargo, Pedro Sánchez y todos los suyos son capaces de cambiar de opinión y de moral solo para que él permanezca; habla bien, lo reconozco, y modula muy bien los énfasis de cada discurso.
¿Qué es lo que quiere para España?
Yo soy incapaz de ver una cosa que haya hecho por sí mismo: el llamado salario mínimo de integración no era algo que propugnara el PSOE, sino Pablo Iglesias. No sé; a lo mejor lo de los trenes, o lo de los veinte céntimos de la gasolina. Su único proyecto es seguir él en el poder, no importa tirar la casa por la ventana en cuestión de déficit público: la política del "yo regalo y regalo, que otro pagará".
La historia universal está llena de hombres providenciales Felipe II, Fidel Castro, Hitler, Putin, Napoleón, Trump... gente dispuesta a sacrificar lo que sea por permanecer. Y lo dicen tranquilamente, son seres a los que la providencia nos ha enviado, ellos se lo creen y otros también creen eso con ellos.
Pronto volverá a España el huido Pugdemón, el burlador de Waterloo que declaró la independencia de Cataluña durante cinco segundos, el que ha llegado a poner como modelo de independencia los Balcanes: concretamente la separación de Eslovenia que "solo" costó 78 muertos.
Malo es el país que necesita héroes y hombres providenciales.
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