domingo, 16 de octubre de 2022

INESTABILIDAD RELACIONAL

 Viven los nacidos en el siglo XXI más que nosotros la influencia de la sociedad de consumo (usar y tirar), la obsolescencia programada, y la facilidad con que se pueden hacer amigos en las redes sociales.

Pero no es eso la amistad, no es eso el amor. En mis tiempos infantiles uno trataba con todo el pueblo pero con el tiempo seleccionaba y cribaba a sus amigos, y les era fiel, eso era un valor: tener buenos amigos, de sólida valiosa y asentada amistad. Yo todavía los tengo. Echarse una novia, para mí al menos, fue un tema capital desde los 13 hasta los 20 años que conseguí la que tengo. Mi hija, que fue fruto de esta relación casi quince años después, se maravilla de que estemos juntos con todo lo que discutimos o por lo diferentes que somos. También lo ha declarado de otras relaciones de pareja que ha podido contemplar. Mi hija sigue el sino de los tiempos, de momento, porque yo también observo que madura.

Todos hemos sido adolescentes y hemos puesto en cuestión la sociedad que vivíamos. Lo que sucedía antes es que todas las cosas se contemplaban como más duraderas, más valiosas, tan costosas de conseguir (se tenía un respeto histórico por lo heredado) que merecía la pena luchar por mantenerlas; también repararlas, si era posible.

Hoy tenemos a nuestra disposición la anticoncepción en diversas modalidades, la píldora del día después, y el aborto libre y gratuito durante unos meses, ni siquiera la vida humana puede comprometernos. Aunque en este aspecto el tiempo ha cambiado y mucha gente de mi edad incluso que llegaron a abortar, se gastó fortunas en ir a adoptar a China, en programas de fertilidad, y no digamos de gestación subrogada,(nadie conocido mío, que yo sepa está reservado para  los muy ricos). La vida era antes una cosa dañina y despreciable, pero en estos momentos quizá la sociedad opulenta, pero caduca de espermatozoides y óvulos, ahora comience a darse cuenta de lo que es verdaderamente valioso.

Me he distraído: el secreto de la vida, si no decidimos suicidarnos, es que es un bien duradero, y duraderos, robustos, apreciados han de ser los compañeros y compañeras, testigos de nuestra vida si queremos que esta tenga un sentido, nos reconozcamos en ella, tengamos una identidad siempre en evolución, aunque sustancialmente permanente.

No digo que no pueda existir el divorcio, ni podamos irnos a vivir a otro lugar, hacer nuevos amigos y no volvernos a tratar con otros, pero la vida necesita de hacer callo en los lugares de fricción para que podamos aguantar los esfuerzos sin daño.

El problema de la inestabilidad relacional es que la gente de ahora tiene la piel muy fina.

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