Continuamos nuestro viaje hacia el Mediterráneo, aproximadamente por el camino más corto según nuestro viejo plano de carreteras y el aliento del amor a las sorpresas que nos deparan las carreteras secundarias y terciarias.
Era media tarde del domingo cuando se nos apareció Cifuentes, apellido corriente por las fuentes, y famoso por llevarlo de segundo nuestro admirado Eusebio Mayalde, pero también un locutor de Jazz muy famoso, ya fallecido, y también el líder del grupo Celtas Cortos que una noche tocó a cincuenta metros de nuestra casa en Béjar. Pero nosotros nos guiamos por la estética que es la que nos convenció de parar.
Dos torreones de una antigua muralla de esta histórica villa, que tiene, a lo lejos se veía, un castillo con el nombre del famoso literato Don Juan Manuel. No nos enredamos a subir porque la tarde caía y el castillo se veía reformado estrepitosamente y con todo el aspecto de ser propiedad privada y vivienda de algún caprichoso.
Ermita de nuestra señora del Remedio, con ua grácil arcada, que podría ser, y a lo mejor lo sea, logo de algún diseño, por la gracia del mismo.
Plaza mayor de Cifuentes. El ayuntamiento estaba en obras así que lo evité en la foto.
Soberbio pórtico lateral de un convento barroco o neoclásico, que tuvo mala fortuna arquitectónica desde el principio según explicaba un cartelón adjunto.
Fachada del fallido edificio, que junto con la imponente iglesia de detrás fue el gancho que nos detuvo a esta pequeña excursión.
Despidámonos de Cifuentes con su imponente iglesia parroquial. Pillamos el pueblo semivacío a excepción de un establecimiento donde prolongaba la sobremesa un nutrido y ruidoso grupo de vecinos y visitantes ocasionales muy contentos de reconocerse en esta luminosa tarde de domingo de Ramos.
Después de mucho paisaje vacío de gasolineras y con la semiangustia de ver aparecer el piloto de la reserva volvimos a parar en Saelices de la Sal donde hay estanques para separar la susodicha. No sé si este será el rio Salado, que conocimos en otro viaje más al norte de esta misma provincia, de famosa batalla. La curiosidad y el ánimo de documentarla fotográficamente nos hizo volver a parar.
Dejamos el coche en lo que parece ser una Ermita Humilladero, que bendice el lugar.
En la puerta de la instalación puede verse el "prohibido el paso", que esta vez no me salté
Paisaje salado
esta ventana azul nos despide hasta la próxima entrada.
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