miércoles, 16 de marzo de 2022

El peligro de los imperios caducos

https://www.youtube.com/watch?v=Qt7gIA7asPw

Me sé de memoria en la guitarra el himno soviético, ahora ruso. Es por algo: en las olimpiadas solía ir con ellos, me gustaba su nobleza en el fútbol, pero, sobre todo, su baloncesto: soy del mismo año que Arvidas Sabonis, algo más joven que Homicius, Kurtinaitis, Tarakanov, Sook, Tikonenko, y quizá algo mayor que Marchulonis. La mayor parte eran lituanos; el más famoso de los ucranianos Tatchenko con sus impresionantes 2,22 cm. Recuerdo haber madrugado en el año 88 para ver en directo la semifinal de las olimpiadas de Seul entre USA y URSS en la que los soviéticos ridiculizaron a los americanos. Desde entonces estos últimos decidieron que a partir de entonces llevarían a los de la NBA.  

Por esas fechas también volaba el pertiguista ucraniano Segei Bubka, que fue el primero en pasar de seis metros y subía de centímetro en centímetro para cobrar por cada record del mundo a la ciudad que quisiera patrocinar su intento.

Bueno: he consultado el medallero de Seul y ganó la URSS seguida de Alemania Oriental y de Estados Unidos. En las últimas olimpiadas de Tokio quedaron primeros los Estados Unidos, después China, a continuación Japón, Gran Bretaña y en quinto lugar, la Federación Rusa.

El orgullo de que antes, con muchas trampas como los alemanes orientales, eran los mejores, tiene que ser díficil de tragar en el presente. En el resto de la vida nadie hace caso a los rusos, los coreanos inventan bailes, aparte de hacer televisiones coches y barcos, los chinos hacen de todo, los americanos tienen su cine, su NBA, su deporte, hasta en gimnasia tenían a esa fabulosa chica negra de quien abusó algún entrenador. Rusia es una potencia venida a menos, no hace coches buenos, ni teléfonos móviles, ni ropa: ninguna marca comercial ha triunfado en el mundo, tan solo tienen en su grandísimo solar un montón de materias primas y un pasado que escuece. Pero tienen más tanques que nadie y no van a soportar que sus antiguas provincias sean prósperas y prefieran el mundo occidental. 

No niego que se sientan rodeados y que busquen salida para su flota del Mar Negro. Solo les quedan las peleas como esos solterones viriles que no son capaces de echarse novia, porque no les quiere ninguna, y se refugian en la caza (Putin es cazador) en las bromas pesadas, en las broncas y en las borracheras. Van a demostrarnos algo pegando una paliza a su vecino que es más débil, y sometíendole, mientras todos enrojecemos de impotencia ante esta exhibición matonil, pero solo nos demuestran que son rabiosos y malos perdedores, con lo que dan tanto asco como pena. Y el mundo, que no puede dejar de ser espectador sin detener esto, como no pudo detener la abusiva invasión de Irak de 2003,  también da enorme tristeza.

Y no hay solución, en la historia ha pasado tantas veces...

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