domingo, 6 de marzo de 2022

Anacrónico señor de la guerra.

 Acabaos de desengañar; que el que desciende del Cid, de Bernardo, y de Geofredo, y no es como ellos, sino vicioso como vos, ese más destruye el linaje que lo hereda. Toda la sangre, hidalguillo, es colorada. Parecedlo en las costumbres, y entonces creeré que descendéis del docto, cuando lo fuéredes o procuráderes serlo (...)

Quevedo. Los Sueños, Las zahurdas de Plutón.

Este hombre llamado Putin quiere reconstruir un imperio con el viejo método de sangre y fuego. El mundo libre le afea su propósito, pero sobre todo su vándalo proceder. No creo que consiga asiento. En los otros lados del planeta los chinos o los americanos nos venden y nos penetran de otras maneras a las que somos permeables: llevamos teléfonos móviles metidos en los bolsillos pantalones vaqueros, montados en patinetes eléctricos, mirando redes sociales, compartiendo allí videos y fotos, sin sangre, ni polvo, ni escombros, consumiendo inconscientes. 

No dudo que la verdad de Putin es más verdadera: la chatarra de hormigones volados y hierros retorcidos durará muchos años, más que el recuerdo del odio supremacista que la inspiró. Putin, no eres señor, tan solo eres un rabioso guerrero, matón mal perdedor. solo despiertas desprecio y repulsa. Y cada casa o vida que destruyes, te hunde más hondo en los detritos de la historia.

Pobre Rusia, siempre jodida. 

Prosigo sembrando Quevedo, a quien ando leyendo actualmente:

-¡La valentía! ¿Hay cosa tan digna de burla? Pues no habiendo ninguna en el mundo sino la caridad, con que se vence la fiereza de otros y a de sí mismo, todo el mundo es de valientes; siendo verdad que todo cuanto hacen los hombres, cuanto han hecho tantos capitanes valerosos como ha habido en la guerra, no lo han hecho de valentía sino de miedo. Pero el que pelea en la tierra por defendella, pele a de miedo de mayos mal, que es ser cautivo y verse muerto, y el que sale a conquistar los que están en sus casas, a veces lo hace de miedo de que el otro no le acometa, y los que no lleven este intento, van vencidos por la codicia.

Ved qué valientes! ¡A robar oros y a inquietar los pueblos apartados, a quien Dios puso por defensa a nuestra admisión mares en medio y montañas ásperas! (...) Así, hombres que todo lo entendéis al revés, bobo llamáis a que no es sedicioso, alborotador y maldiciente; sabio llamáis al mal acondicionado, perturbador y escandaloso; valiente al que perturba el sosiego y cobarde, al que, con bien compuestas costumbres, escondido de las ocasiones, no de lugar a que le pierdan el respeto.

  

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