lunes, 23 de julio de 2018

Teatro de entrevero.



Hoy quiero descubrir el nombre de un hecho teatral, que seguramente -que inventen ellos- ya tendrá alguna palabra terminada en oning. Esto pasaría aunque lo hubiéramos inventando en España, ya que la gilipollez lingüística es bandera de una parte de los hablantes o escribientes que se avergüenzan de nuestro idioma, por antiguo y pueblerino, y a todo lo moderno lo bautizan en inglés (o en inglés inventao, que diría José Mota).

Pero sucede que, hace mucho tiempo y con práctica mayoritaria, continuada y vigente, esto lo hemos inventado nosotros. Sí, nosotros los españoles que, bien rebuscado, también tenemos ingenio inventor, aunque tantas veces nos dejemos perder la patente.

El hecho consiste en tomar una historia clásica, o al menos una historia en la que el público pueda entreverarse con los actores y sentir desde dentro la obra teatral. Para ello es necesario un público avisado o conocedor de todas o algunas de las claves, de la historia. Podría llamarse teatro con público cómplice o teatro con público implicado, pero no le demos ventaja al inglés haciendo perífrasis: es teatro de entrevero.

En la RAE dicen que entrevero es un argentinismo: yo lo descubrí en el tango "Melodía de arrabal" donde se describe un barrio plateado por la luna y se usa el verso entre broncas y entreveros... Pero no voy a dispersarme más: entrevero es   "acción y efecto de entreverarse, confusión, desorden" y entreverar sería "mezclar, introducir una cosa entre otras".
Pues eso -se pongan como se pongan- lo hemos inventado  y lo practicamos mayoritaria y popularmente los españoles más que nadie, aunque en entreveracidad sangrienta nos hayan superado los filipinos. El hecho se llama llama "procesión de Semana Santa".
Dentro de la representación de una historia conocida, el público se entrevera, no solo cantando el perdona a tu pueblo, Señor también arrastra imágenes, se disfraza de romano o se flagela en público, yendo descalzo o castigándose físicamente, o se lanza con espontaneidad a interrumpir la procesión cantando una saeta.
Para hacer todo esto hacen falta un sacerdocio o una cofradía que organicen el cotarro, unas reglas, sean más o menos jazzísticas.
Se trata de un pretexto para sentirlo dentro, podríamos decir que involucrarse, pero sigo insistiendo con el verbo entreverarse, con el TEATRO DE ENTREVERO.

Y esto es lo que en España proponen ahora, y yo es la segunda vez que me entrevero esto escribí la primera http://guerracivilenlas5villasdeavila.blogspot.com/2015/07/un-montaje-alternativo.html, la compañía los números imaginarios. https://www.hamletentretodos.com/

Ayer en el Festival de Teatro Clásico de Olmedo fuimos a participar en su entrevero. Se trataba, primero de separar a un grupo  y darle un cometido. El público entreverable ha de ser avisado, culto y abierto, cosa que se consigue restringiendo el número y poniéndolo difícil; la verdad es que hay que ser muy teatrero para entreverarse en una obra el domingo por la mañana del que te informan que va a durar cuatro horas: de diez menos cuarto, a dos y pico.
Es curioso porque ahora me doy cuenta que fue a la hora de misa, que participamos en esa eucaristía aunque por la duración más bien serían los Oficios de Semana Santa.
En la organización de esta ceremonia primero hubo de haber un ejercicio espiritual en el que un sacerdote nos instruyó y trató de catalizar nuestro entrevero dividiéndonos en grupos que asumiríamos las características de los cuatro principales personajes secundarios que, con el solista Hamlet, configuran los pilares de esta obra universal. Por separado y, en diferentes lugares, nos fueron perfilando y aclimatando, poniendo en antecedentes, hasta confluir en la representación,  que fue un recital con solista de Hamlet polifacético que interpretó el atractivo Alejandro Pau, que se echó encima toda la obra como si fuera un Miles Davies o Astor Piazzolla en sus grupos, pero también como si fuera un intérprete de Jesucristo en la Pasión. Esta vez fue Hamlet en "jam session" (ya me salió el sempiterno complejo de que las cosas guay solo se pueden decir en inglés).

Este teatro de entrevero de ayer  fue una ceremonia, como la semana santa, que dejó a aquel sumo sacerdote agotado, y a nosotros. los procesionantes, también exhaustos y bien satisfechos; pagados, sería otra manera de decirlo.
A mí me impresionó tanto que, agarrando las claves armónicas del-entrevero-ceremonia-jamsession- procesión, me arranqué con una saeta bien desgarrada.
Ha sido mi debut teatral absoluto, y fue en un teatro de entrevero.

Es un espectáculo para vivirlo.

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