lunes, 16 de julio de 2018

El oro es un valor seguro.

Yo no lo he sabido bien hasta hace pocos años y todo esto es gracias a mi sorprendente hija.
Era más normal que tuviera que agradecerle -como le agradezco- también haber entrado en el disfrute de los mundos del cine de animación, donde supongo que seguirán estando los mejores artistas contemporáneos, aunque al hacérseme grande (va a cumplir 18) ya no seguimos esos títulos, lo cual es una lástima.

Lo más sorprendente es que una chica de 17 años, que va a hacer la carrera de matemáticas, considere uno de los genios más importantes de la humanidad a Calderón de la Barca y que esté dispuesta a dejarse llevar y a llevarnos cientos de kilómetros  para ver cualquier montaje profesional de una obra de este clérigo del siglo de oro.
Calderón, aunque repita sus temas, nunca decepciona, ni por la música de su poesía, ni por la hondura de su contenido. Además, todos los actores hispanos lo saben: podrán ganar muchos goyas, interpretar a Sakespeare, a Tenessie Williams a Strindberg, o a Ibsen, pero declamar en verso a estos grandes vates de nuestra literatura, da la medida mejor, aunque sea un personaje moral o un ser mitológico, y sean totalmente anacrónicos, que es parecido a maravillosamente atemporales. Son obras doradas y el oro siempre tiene su valor y su brillo inmarcesible.

El sábado vimos la representación de Eco y Narciso: una tragedia edificante y aleccionadora, con rasgos de comedia, interpretada magistralmente por la compañía Miseria y Hambre producciones, con un montaje precioso, ingenioso y eficaz, y unos actores que demostraron merecer ser llamados para poner en pie esta obra maestra.
 No sé si vivirán de este oficio, un poco indice de ello puede ser el título de la compañía productora, yo creo que interpretar clásicos se hace por amor al arte, porque, aunque el público nunca falla, son muchas bocas las que vemos sobre el escenario y las otras técnicas y directores, que sabemos que necesitan ser complemento, así que si viven será un buen milagro.

Gocé, y me harté a aplaudir, como siempre. Doy gracias por tener esta hija tan rara, y porque, los que se meten en la aventura de poner de pie estas obras cumbres de nuestro Siglo de Oro, sigan haciéndolo con tanto amor a tanto arte, porque no hay cosa más digna, ni mas justa, ni que más me haga sentir orgulloso de la cultura española que el teatro de esa época.
Y el que no me crea que haga la prueba.

No hay comentarios:

Publicar un comentario