Con la razón soy insumiso al fútbol y así me gusta manifestarme, aunque a veces me vence el corazón y el deseo de empatía. Estos días si engancho con un partido y no tengo nada urgente que hacer, me quedo y tomo partido: luego me duele perder.
En el presente mundial de Rusia no he visto un encuentro completo, aunque sí fragmentos y las mejores jugadas. Ayer me perdí absolutamente el de España. Quería escuchar y ver el himno ruso cantado por el público; pero no sé por qué pensé que comenzaba a las cinco de la tarde, y a las cinco menos cuarto me lo iba a encontrar empezado, y mi hija estaba viendo la televisión, no quise interrumpirla porque me había enterado por la radio que iban empate a uno y, además, criticaban mucho nuestro juego.
Así que me fui al huerto.
Había muchísima agua para regar: gran parte de ella viene de los "sobrantes" de los depósitos municipales, es decir que cuanta menos se esté consumiendo más sobra y esa la aprovechamos los hortelanos, o se va al río otra vez. Ayer a las cinco pude regar a placer, todo se desbordaba, seguro que casi nadie estaba consumiendo agua, la mayoría de las lavadoras estaban apagadas para que se oyera el fútbol y muy pocos estaban duchándose o fregando.
Desde mi huerto se oye la ciudad pero no escuché ningún gol, así que me preocupé y cambié la radio para ver que pasaba. Había prórroga, además seguían diciendo que estaban jugando muy mal. Volví a sintonizar música y seguí trabajando. Pasaba el tiempo y no oí que sonara el gol, ni tampoco los claxons de los coches, que es lo que pasa cuando gana la selección. Volví a sintonizar deporte y entonces escuché que estaban en los penaltis. El corazón no aguanta bien esos momentos supremos frente a la tele, aunque reconozco que es un espectáculo con tremendo atractivo. Los escuché y, al perder, me alegré de no haberlo sufrido tanto. Mi huerto estaba regado, además descubrí que ya me han nacido tomates. Creo que antes del 15 de julio estaré comiéndolos. Será un placer verdadero. Me sentí ganador.
El fútbol es una estafa sentimental. Reconozco que los actores profesionales tienen su amor propio, y puede que estén afectados por terribles egos nacionales o locales, pero todo esto también es una sibilina máquina de hacer mucho dinero para ellos y sus representantes, gracias a los sentimientos de empatía y pertenencia al grupo/nación.
Lamento la eliminación de España, pero no tengo tanto disgusto como si me hubieran robado dos horas; además, como me perdí el cántico del himno ruso, si estoy atento podré escucharlo en el próximo partido que juegue esa selección. Si la hubiera eliminado España, no tendría esa oportunidad, así que, por ese lado, agradecido.
Soy un desengañado y un gafe y un "mal" español.
Por cierto, ahora creo que quiero que gane Uruguay.
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