Hace cuatro años preguntaba yo a Valentín
González Blázquez, (uno de los pocos combatientes de la guerra civil en el
Barranco de las Cinco Villas con quien pude hablar), por Zósimo Morales y me
dijo:
Fue a dar la vida en el Segre, y con
él cayeron: Abel del Arco, Antonio “el Oruga” que se había hecho cabo, y
el hijo de Don José el Maestro, del que no me acuerdo su nombre.
río Segre a su paso por Balaguer
Fueron cuatro muertos de San Esteban del
Valle, los que mi grabadora rescató de la memoria nonagenaria de Valentín
González. Al entrar en la localidad leridana de Balaguer vi correr el río Segre
y quise sentir la presencia telúrica de estos barranqueños. Volví a sentirla en
los recuerdos escritos de las hoy demolidas torretas de vigilancia que hubo en
las murallas medievales de Balaguer durante la Guerra Civil.
Fachada y portada de la Universidad de Cervera. Curiosamente este imponente edificio fue un "regalo" que hicieron los borbones en el siglo XVIII a la ciudad de Cervera por apoyar su causa, frente al resto de Cataluña que tomó partido por los Austrias que eran centralistas. De esta época de la Guerra de Sucesión viene la destrucción de la catedral de Lleida/Lérida y el himno catalán "els segadors". Hoy Cervera es uno de los sitios más antipaticamente nacionalistas de Cataluña.
Cervera, unos kilómetros más adelante en la
Cataluña Profunda, fue retaguardia de esa batalla y tuvo instalado el Hospital
de Sangre en el edificio de su Universidad. Allí estaba este panel. En la
Cataluña Profunda no hallamos nada escrito en español, pero se debería poder
encontrar la verdad aunque fuera sólo en catalán, que no es tan difícil para
nosotros que la buscamos.
Nada de eso, los cuatro de San Esteban que dieron
la vida en el Segre no existen para estos catalanes de hoy que se
enorgullecen de su lucha contra el fascismo o el franquismo. No creo que en el
Hospital de Sangre de Cervera se desangraran sólo catalanes, ni que en el
Registro Civil de Cervera (que es la fuente de estas cifras) se apuntaran más
que catalanes de la Segarra; porque no imagino que entonces los catalanes
republicanos, auxiliados por muchos otros españoles que murieron luchando en su
tierra, fueran tan negacionistas como ahora.
De lo que estoy seguro es que, en cualquier
caso, las sangres de los que murieron solidariamente luchando codo con codo en
la Segarra, eran igual de rojas, igual de antifascistas; iguales a las de sus
camaradas de otras partes de España y del extranjero que se vertieron en la misma
trinchera.
En su día habría aquí en la Segarra homenajes
a los caídos en el bando nacional que también derramaron su sangre en el Segre.
No sé si lo he escrito alguna vez aquí pero yo defiendo que debería permanecer
también su memoria, como a los que mandaron fusilar las autoridades o los
incontrolados republicanos, que también hubo.
Pero (uno siempre está con los más débiles)
reclamo la de estos pobrecitos: el teniente Zósimo Morales, Abel del Arco, el
cabo Antonio “el Oruga”, y el olvidado nombre del hijo de Don José, el Maestro.
Incluso me hubiera servido que en el panel se hubiera puesto, otros muertos del
Estado Español, pero ni eso.
Fuisteis a caer en una tierra,
ahora de nacionalismo excluyente, que os quiere ignorar hasta como carne de
cañón.
PD. Hubo bastantes catalanes que lucharon en
el bando franquista, no sólo los que desde emisoras de radio invitaban en su idioma
a la deserción de los catalanes republicanos. Se agruparon en el Tercio de
Montserrat. Entre ellos estaba, lo he visto este año en la revista musical
Scherzo, Xavier Monsalvatge, que se pasó al principio de la guerra al bando
nacional. No sé si este extraordinario músico, autor de las famosísimas cinco
canciones negras huyó temeroso de la barbarie anarquista que se apoderó de
Barcelona, o porque era católico piadoso, o peor aún, porque fuera uno de
tantos jóvenes ilustrados que se fascinaron con el falangismo de José Antonio
Primo de Rivera.
Es difícil que esta verdad se estudie y menos
se airee o se recuerde, desde la Cataluña oficial.
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