El pasado 23 de abril, día del libro, cayó en
mis manos el libro de Lorenzo Silva, El Blog del Inquisidor. Lo adquirí,
pues soy ya un bloguero, y algún día también me gustaría escribir una novela
con el trasfondo de personas que se comunican intensamente y no se conocen.
Esta situación da un parecido, pero diferente, juego que el género epistolar,
que tanto me gustó; pero en el caso clásico con papel y sellos, pero sobre todo
con dirección y remite, los que se cartean pueden llegar al domicilio físico de
la contraparte. En el correo electrónico la identidad real puede ser un
misterio imposible, lo cual es más aventurado, más novelesco.
El libro de Lorenzo Silva es bastante
desigual: parece como si le hubieran dicho en la editorial: escribe sobre
esto, que está interesando. Y, creo que partiendo de algún trabajo previo
que tuviera preparado, lo ha escrito rápidamente, tanto como yo lo he leído. A
pesar de mi rapidez lectora ha habido momentos en que lo hubiera dejado (a
pesar de ser un autor de imagen sencilla que me cae bien, y además me lo
recomendó alguna vez mi amigo César), y en otros soplaron rachas de buena
novela que armaban mi entusiasmo. Pero, en general es bastante increíble que
estos argumentos tan especiales, dos estudiosos sobre la inquisición que se
entusiasman sobre la culpabilidad o inocencia de un proceso a una monja del
siglo XVII, se desarrollen de esa manera en el universo de internet.
Creo que lo apruebo por los pelos, -lo que más
me ha gustado ha sido el fresco diálogo digital entre los protagonistas-, pero
es que yo soy muy benévolo.
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