Hace una semana saco a pasear sus tetas la cantante Amaral: allá ella con sus consecuencias, calculo que tendrá más de cuarenta años, es mayorcita para exhibirlos, y no sabemos si lo que pretendía, lo consiguió.
Pero ayer un tipo chuleta, también mayor de cuarenta años, (se apellida Rubiales) que domina los medios y las ceremonias por ser presidente de la federación de fútbol, ha decidido llevarse por su impetu y darle un beso en los labios a una de las chicas que emocionada acababa de ganar el mundial de fútbol: lo más en su profesión, afición, ilusión.
Digan lo que digan, disculpen lo que disculpen: ese abuso no tiene un pase. Y viene a suceder en un gobierno de muchas mujeres que se muestran muy combativas por los derechos de todos los que no sean unos hombres varones heterosexuales. Un "machote" como ese que buitre dominador robó un beso de la joven en presencia de todo el mundo, y singularmente de un gobierno que cacarea empoderamientos, resilencias, igualdades,
¿cuándo dijo sí la joven al buitre abusón?
En Australia no podemos aplicar el código penal español, pero los códigos morales de los españoles y sus instituciones han de reprochar este desahogo feudal, con la contundencia que merece.
Ese sobón no merece representarnos: ¡Qué lo echen de su cargo!
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