sábado, 14 de enero de 2023

Tragicomedia cómica

La única vez que he oído aplaudir al público en el cine fue cuando Azarías ahorca a Juan Diego en Los Santos Inocentes. Es una demencial exageración que el público condene a muerte a un personaje por haber matado un pájaro de más. La transgresión del arte y una siembra a lo largo de la obra, lo convalidan. Transgresión al cuadrado nos presentan siempre las carnavaleras Niñas de Cádiz. Estamos a setas, no a Rolex. 

¡Ay Dionisia!, ya me enamoré de ti cuando hacías de Lysístrata, y después cuando habéis vuelto también, y esta noche he renovado los votos, aplaudí con furia para que saliérais a saludar una cuarta vez.

Dicen que la diferencia de Messi con todos los demás es que él se divierte, juega como sueñan jugar los niños. Estas niñas nunca salen de Cádiz y emulan la gracia que se regala competitivamente en aquellos lares, y eso es lo que consiguen, su pegada. Se las nota mucho una querencia natural hacia la música y el baile, la juerga: eso precisamente es lo que regalan y derrochan como si el tiempo no corriera, y ese grifo abierto es lo que a mí, castellano, me engatusa.

Ellas, que reniegan de las comparsas del Teatro Falla, han contratado a dos hombres de comparsa en el otro sentido, para esta obra. Son  caricaturas, hombres-objeto, meros zánganos en el fervor del público que circulan casi siempre en los márgenes  de estas reinas de la complicidad. Aunque vi en la escena solista cuando un actor se pone unas gafas a cámara lenta un homenaje al combate de navajas que dúo Gades-Saura nos presentó en Bodas de Sangre (o será algún anuncio americanazo de pantalones vaqueros). Los actores masculinos por supuesto que están en su papel pero la autora (Dionisia eres hoy) escribe para su instrumento que es la feminidad militante, combativa. Todo lo que he visto de ella va por ahí. Estamos en el momento sociohistórico que estamos pero los conceptos que arroja, no podrían subirse a un escenario si los escribiera hoy así un hombre. Parece una revancha revanchista por los tangos y las rancheras. Pero no estamos a Rolex.

Por eso terminaré con la más famosa tragicomedia de Gila. "m'habeis matao al hijo, pero lo que m'he reío..."



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