miércoles, 11 de enero de 2023

La bomba (¿editorial solo?)

 


la siguiente conversación se desarrolla en inglés por una linea supersegura y supersecreta, los respectivos secretarios de ambos hablantes la han concertado hace más de media hora asegurando todas las medidas de identidad y encriptación

-Hola William, ¿qué tal estás?

-Relativamente bien, Felipe, ya supondrás conocíamos hace tiempo lo que estaba sucediendo, te puedes imaginar la pesadilla que es este zombi que me ha tocado por hermano. Las malas compañías, la envidia... Las comparaciones son odiosas, pero la más fácil es con Caín. Menos mal que ya murió mi abuela, si no esto la hubiera llevado a la tumba, ya sabrás que desde lo de mi madre llevaba marcapasos.

-Acabo de hablar con tu padre, esta viejo, sobrepasado. Yo tengo trato con él desde hace cuarenta años. Empieza a desmentir la flema británica. Creo que me voy a entender mejor contigo aunque seas mucho más joven que yo.

-Gracias, Felipe.

-Sabrás que yo también tuve y tengo lo mío. Me casé con una divorciada, cuyo primer marido era escritor, corrimos un gran riesgo, pero en aquel momento se acababa de casar y tener hijos, lo desactivamos (creo) aunque recientemente se volvió a divorciar y a casar. Le proporcionamos alguna bicoca subrepticiamente en universidades públicas, además en los buenos tiempos de mi padre todo estaba atado y bien atado.

-¿No es una frase de Franco?

-En mi casa siempre hemos hablado bien del Generalísimo. Tenía mucha simpatía por mi madre, que se ha convertido en la Reina Madre, y con mi padre también. El general era un buen profesional, nunca metió la pata, ni la mano; era un hombre morigerado, como yo. Te quería recordar que yo también tuve que soportar un librito que había publicado antes el "ex" de mi mujer con toda la rabia que suelen tener sus "ex" hacia sus "ex". Se llamaba El hombre abreviado. Lo reeditaron para mi boda, pero lo leyeron cuatro. Pero entonces vivíamos en el mejor de los mundos monárquicos, de cuento. Sí, escandalizaba que mi mujer se hubiera casado antes y que hubiera tenido una vida antes de conocerme, pero parece que lo rastrillamos todo bien, hasta ahora -toco madera-. Lo que quiero decirte es que con el tiempo todo se pasa. Fíjate mi padre ya no parece que sea padre mío, es un abuelo chocho metido en una residencia en las chimbambas. Eso pasa mucho con todos los abuelos octogenarios en España. De vez en cuando le sacan algo pero cada vez más atrasado. ¡Ah! gracias por el quite que habéis hecho con Corinna por ahí; no había tenido tiempo de decíroslo. 

-Favor por favor, Felipe vosotros impedísteis que se publicaran las fotos en "top less" de mi madre.

-El sindicato monárquico nos ampara, William, ya conoces la frase de que los reyes británicos sobrevivirán junto a los reyes de la baraja.  Pero tenemos que ayudarnos todos para proteger la especie, nuestro oficio. 

-¿Qué tal las niñas? 

-¡Huy no se te ocurra decir niñas!, ya son adolescentes, jovencitas, empieza la época dura, bastante tengo con que la menor Sofía, a la que llaman "So fea", le saque la cabeza a su hermana mayor. Hacemos lo que podemos, como todos los padres de nuestra edad, con todos los asesoramientos y tutorías que consideramos, pero nadie, ni siquiera el pueblo llano tiene un manual que pueda servir, menos nosotros, la monarquía es una "enfermedad rara".

-Nunca se ha podido, ya sabes el hijo de Felipe segundo... bueno esto no se puede alargar, tendríamos mucha historia con mayúsculas que contar.

-Mucha suerte, amigo, a ver si el pelirrojo se contenta con la pasta que le ha caido y deja de enredar. Tengo que cortar, que además de la familia me toca pastorear este país tan poliédrico.

Suerte, Felipe.


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