sábado, 31 de mayo de 2014

Génesis de Sebastiao Salgado (2).

Mis seguidores conocéis el libro más valioso, pesado y caro que tengo en mi creciente biblioteca. Su enorme peso y el respeto que le tengo, hacen que no pueda consultarlo en un momento cualquiera. Sólo lo tomo, ceremoniosamente, cuando tengo tiempo por delante y sé que voy a estar cómodo.

Es el libro “Génesis” de Sebastiao Salgado, que paladeo morosamente pasando las páginas como un lord. Me detengo a mirar los ojos de cada albatros o las maneras posturales de cada pingüino. Miro las aguas pesadas como el mercurio o las picadas por la lluvia, las tendidas como gasas, las violentadas en los instantes de maremoto que obran las ballenas o las condensadas en vapores multiformes aéreos que llamamos nubes. Contemplo los ojos inescrutables de los indígenas, me sonrío contra la segura virilidad de los que sabiéndose los más fuertes de su tribu creen serlo del mundo. La desnudez femenina, desprovista para mí en ese contexto de hombre sorprendido por su naturalidad, de cualquier morbo.
Respiro hondo, cada vuelta de hoja es como una inmersión: hallaré la mejor de las fotos posibles, fotos encontradas a base de buscar las luces, apostado en el frío, en la espera, en el encuadre, porque a un artista como Salgado, sólo le vale la mejor. En alguno de sus viajes llevaba 15 personas en el equipo, que dirán ¿y este tío ahora qué espera? Si ya ha hecho mil fotos fantásticas. Seguramente busca otro día más, otras luces otra exposición, y todo ello quizá aun guardándolo en carretes que no verá hasta su revelado.
Qué difícil será elegir entre todas las que haya hecho, sin embargo él acierta, no puede estar equivocado, digo yo, viendo cada joya de las que componen este libro, cada una y el conjunto más: una obra maestra.

Pero hay momentos en los que me digo si en el fondo lo que quiero es  autocontemplarme siendo un tipo especial. Que hay cien salgados por el mundo que no lograrían hacer perder tan generosamente mi tiempo en una contemplación activa, ni montar esa ceremonia que supone desplegar  el Génesis.
El tener un blog mediatiza mi vida, no sé hasta qué punto no creo o quiero vivir realidades “blogueables” y esta lo es. Quiero creer que no, que Salgado es tan especial como para obtener mi veneración, que no hay otro modo de hacerlo y que mi placer es cien por cien real y no impostado en parte alguna. 
Ahora mismo  no lo sé, de verdad.

Pero cuando viendo el libro no tengo dudas. Vale todo lo que diga y más.

   

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