Perdonad que hoy me deje secuestrar por la
actualidad:
Parece ser que anteayer, la Infanta Cristina ,
hija del rey de España y Duquesa de Palma de Mallorca, excusaba en su
declaración judicial su desconocimiento de con qué dinero se pagaba a su
servicio doméstico personal, las fiestas de cumpleaños de sus niños y otros
gastos, y que se hicieran con una empresa tapadera para sacar dinero de las
administraciones públicas y después defraudar a hacienda, que compartía al 50%
con su marido Iñaki Urdangarín, diciendo que en ese tiempo “trabajaba en un
banco “La Caixa ”,
tiene cuatro hijos pequeños y además acudía a 100 actos protocolarios anuales
en su condición de Infanta de España”.
Y yo digo ¿quién sino una Infanta de España,
a quien proporcionan un “trabajo florero” puede permitirse el lujo de tener 4
hijos, sin que su empresa la advierta severamente en el segundo y termine
despidiéndola? No creo que nadie sea tan ingenuo como para pensar que esta
señora primero: merece por sí misma su alto puesto de trabajo y, segundo:
trabaja y rinde como cualquier trabajador de “La Caixa ” o Caixabanc.
¿Quién, sino una Infanta de España, puede
permitirse criar y atender, (es decir tener criados para atender) a cuatro
hijos teniendo que cortar 100 cintas de inauguración al año por toda la
geografía española?
¿Para qué sirve entonces la gente:
conductores, policías, secretarios, mayordomos, discurseros, sastres,
peluqueros, asistentas, estilistas...,
que tiene la Casa
Real para ocuparse de estas cosas, que parece que absorbían
la mente de Cristina de Borbón de tal manera que la impedían declarar
correctamente a Hacienda, y leer los papeles que firmaba y la comprometían
personalmente, como cualquier otra ciudadana?
¿Es que los españoles hemos estado explotando,
sometiendo a un acoso laboral inhumano, a nuestra Casa Real?
Pues no, señora Cristina: has vivido como
hija de rey, rodeada de sirvientes y edecanes, que pagábamos nosotros,
precisamente porque te facilitan la “alta responsabilidad” de representar a España,
pero como ciudadana también tenías obligación de respetar la ley: las mismas
“bajas responsabilidades” que el resto de los españoles.
Es decir, aunque estés o hayas estado muy
enamorada de tu marido (1), eres, igual que el resto de las casadas, responsable
de tu firma y debes ser juzgada por los delitos que puedan derivarse de lo que
hayas hecho o consentido.
Resumo: que todo lo que pagamos a nuestra
Agencia Tributaria los españoles en tu favor, no lo puedes utilizar, a la vez,
en contra de nuestra Agencia Tributaria.
(1) este argumento del "amor ciego" ha llegado a ser empleado
por uno de sus abogados
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