jueves, 6 de febrero de 2014

FIEBRE PLANETARIA

Fue el pasado sábado en un concurso de televisión (Saber y Ganar) que nos pusieron en primer plano las dos cifras: en el año 2.000 éramos 6.000 millones de seres humanos y en 2013 ya pasábamos de 7.000.

A pesar de lo que pasa en Béjar, en Castilla, en España, que no procreamos o lo hacemos muy escasamente (conozco a decenas de personas que habrían sido excelentes padres y madres y se quedarán yermos), el mundo soporta una peligrosa expansión del virus humano.

Ni siquiera un médico a la antigua, de los que practicaban sangrías, empleando el método más salvaje, y me refiero a Hitler y a la segunda guerra mundial, podría bajar la fiebre al mundo: en los seis años más sanguinarios de la historia su iniciativa sólo consiguió que se eliminaran 100 millones de personas. ¿Qué tipo de guerra sería necesaria para acabar con 1.000 millones?

Nadie me entienda mal, no preconizo yo esto de a grandes males, asesinatos. Con esta sugerencia de hipótesis sólo quiero poner de manifiesto que, como género humano habríamos de ser muy severos en cuanto a la natalidad.

Hace pocos días oí que los chinos habían derogado la ley del hijo único; esa brutal limitación, dictatorial, inhumana..., pero tan razonable desde el punto de vista que yo ahora defiendo; mejor eso que una guerra para acabar con mil personas. Seguramente habría mil millones de chinos más por el mundo de no haberse promulgado esa draconiana ley. Así que, por este lado, bendito maoismo.


Pero China, con Estados Unidos, es uno de los países no firmantes del protocolo de Kyoto, ese que trata de evitar el calentamiento global y todas las catástrofes derivadas de esta fiebre.

La gente se olvida pronto de lo apocalíptico de la película producida por Al Gore, Nueva York como Venecia la gente se olvidará pronto de que este pasado fin de semana el mar Cantábrico, sin necesidad de ningún maremoto o tsunami entró por primera vez hasta sitios inconcebibles de San Sebastián,  Santander u otras localidades del Norte español. También que hace un par de años un ciclón tropical llegó por primera vez tan arriba en el mapa, como el estado de Nueva York, la capital del mundo.

El hielo desaparece del Océano Ártico, por ello se han abierto nuevas rutas marítimas, aprovechando que ya no hay tanto hielo. Será rentable buscar petróleo en ese lugar. Ya lo hacen.

Quizá sea rentable pero no sólo desde ese punto de vista: ese petróleo se sumará a todo el petróleo que quemamos irresponsablemente, quizá lo que no consiga una guerra de 1.000 millones, lo conseguirá dentro de pocos lustros, la falta de planificación, (es necesaria ya una limitación drástica, maoísta,  de la población, de las emisiones)

la fiebre de la tierra, terminará acabando con muchos virus humanos, y eso será más difícil de parar que una guerra mundial.

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