El pasado viernes 21, asistí con mi hija que lo disfrutó mucho, a la conferencia que dio sobre el Quijote la profesora Trinidad Puerto.
Se celebró en "la Colmena Bejarana", un loable centro cultural autogestionado, y resultó una verdadera y sorprendente simbiosis entre conferenciante y participantes, que nos tuvo pegados a la silla de 19,30 a 22,10 (mi hija tiene 13 años y a esa edad es difícil, con un tema así, además, que se dé este milagro)
Trinidad nos explicó sus interpretaciones de muchas aventuras de Don Quijote.
Sucede que lo más conocido de Don Quijote es su estrepitosa acometida a los molinos de viento, creyéndolos gigantes. Era una lucha desigual de la que salió, como no podía ser de otra manera, malparado.
¡Qué locura!, pero no eran molinos; eran gigantes y tan invulnerables como esos monstruos.
Resulta que en el siglo XVI, España, fruto de las guerras de religión en las que se enfrascó para defender el imperio Carlos V, y continuó su hijo Felipe II, quedó en bancarrota y embargada. Levantar y mantener ejércitos, a menudo mercenarios, y aunque fueran triunfadores, arruinó no sólo la riqueza que producía España, sino la que explotaba/expoliaba de América. No sé si es Quevedo o Góngora el que dice del oro que nace en las Indias honrado (...) y en Flandes es sepultado.
Resulta que los monarcas españoles hacían sus guerras a crédito y los botines, saqueos o impuestos de los territorios conquistados o mantenidos, producían menos de lo que costaban las victorias militares y la administración.
Los financieros de estas empresas eran los Fugger, alemanes u holandeses con los que la monarquía imperial se "entrampaba". Llegó un momento en que ni el oro de América bastaba para pagar réditos y capitales y los Fugger ejecutaron su embargo directamente sobre la economía española. Se vinieron aquí a vivir y administrar las rentas. En Madrid existe una céntrica calle, llamada Fúcar, en su honor. La posesión más famosa de los Fúcares fue la legendaria mina de Almadén, las más importante y productiva de mercurio desde el imperio romano hasta el siglo XX. Pero no fue sólo la mina de Almadén, también los molinos de la Mancha fueron embargados por los Fúcares que, obviamente, subieron el precio de la molienda o la cantidad de maquila que se quedaban del trigo de los campesinos. Ese malestar de los campesinos por los abusos del monopolio es lo que detectó Cervantes y contra lo que, real y figuradamente, trata de luchar Don Quijote.
Esta revelación me llegó justo la semana en la que la empresa Facebook se ha hecho con la sociedad de mensajes gratuitos Watsapp que, como los ingenieros de molinos, aprendieron a domesticar el aire en su beneficio. Para que el monopolio recupere los 19.000 millones de dólares invertidos habrá de aumentar las maquilas, que pagarán o pagaremos los paganos de siempre. (De momento hay un "intermediario" que cometió la tontería de pagar 39 millones de dólares por esta pequeña empresa y en 2 ó 3 años ha conseguido un incremento patrimonial de locura: 18.961 millones de ganancia, creo que es el récord de los récords)
¿Y don Quijote, qué haría ahora?
Perder, como siempre.
Quizá sus aventuras estarían hoy patrocinadas por Watsapp, y don Quijote y Sancho llevarían la publicidad por los caminos.
ResponderEliminarLos españoles del siglo XVI tuvieron que soportar las consecuencias de unas políticas nefastas, que endeudaron al Estado, ocasionadas por gentes que vivían en palacios, asistían al teatro y tenían amantes por doquier... ¿De qué me suena?
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