miércoles, 25 de diciembre de 2013

SOBRE LA AUTODETERMINACIÓN DE CATALUÑA

Por supuesto que tienen derecho, pero por qué Cataluña y no Barcelona o Tarragona. Existe un problema de ámbito. ¿Por qué si los barceloneses o tarraconenses quisieran seguir siendo españoles, deberíamos permitir, cuando lo impiden la constitución y las leyes, que el resto de catalanes les forzaran a  romper los vínculos con nosotros?

Será muy aparatoso. No se puede romper de un día para otro, ni siquiera de un año para otro: aduanas, policía, pleitos, leyes, derechos legítimos que la gente perdería o se enturbiarían y, por supuesto, todo sin retorno y con muchos costes.
Desde luego que es más grave, e igual de costoso proporcionalmente, un divorcio para una familia y se producen todos los días. "Aquí" también hay hijos, y muchos bienes compartidos que habría que dividir. Cataluña como país mediano que sería habría de tener ejército, y marina, y aviación. Un ejército que tendría como enemigo potencial al opresor estado español, siempre malvado y apetente de las riquezas catalanas. Un gasto nuevo,  más inútil todavía: y nos tendrían que enseñar los dientes, como los perros, al otro lado de la frontera.
Aunque quizá no quieran frontera, aunque quizá no quieran ejército, aunque quizá quieran seguir jugando la liga española, aunque quizá quieran que los derechos sean reconocidos en los dos lados de la frontera. Tampoco estoy estudiando atentamente lo que quieren.

El simple ruido internacional que puede estar produciéndose ya es malo para España y seguramente peor para Cataluña, porque muchas empresas distribuidoras para España (y también para Portugal), tienen su sede logística, administrativa, en Barcelona. En el puerto de Barcelona se descargan muchas mercancías que van para "el resto de España". Ya no tendría sentido pasar dos aduanas, lo ganaría el puerto de Valencia o cualquier otro.
Por otro lado, no se puede luchar contra un sentimiento de desafección o de odio. Si ya no nos quieren, o ya no nos queremos, como personas debemos separarnos. No hay que aguantarse, cualquier individuo puede decidir negarnos el saludo, romper con la urbanidad, aislarse, encerrarse, marcharse a las antípodas, incluso suicidarse. ¿Lo puede decidir una sociedad, un pueblo, una provincia una región? es mucho más complicado ¿cómo ha de decidirlo? ¿un representante puede decidir algo tan serio por todos?
En este blog hablo mucho de la guerra civil. Hay gente que piensa que los militares golpistas o mejor Franco, el taimado, el astuto y calculador, decidió hacer una guerra y hacerla larga para destruir y desgastar al movimiento obrero, a la democracia, al liberalismo, decidió romperlo él poco a poco y esperar que se pudriera para que la gente en la zona republicana, hastiada de anarquía y destrucción deseara que viniera alguien con la mano dura para ponerla encima de todos por espacio de treinta y muchos años.

Yo creo que Franco no quiso que se quemaran iglesias, ni se asesinara gente de derechas o curas, ni que se saquearan, ni se bombardearan ciudades, ni que se violaran mujeres.
Simplemente, creo yo, quiso un golpe de estado incruento, sin oposición, quizá con represión selectiva pero nunca con toda la destrucción y muerte que trajo.
No. No amenazo con la guerra; es sólo echar a andar un proceso: un proceso general de afirmación y negación, de pleitos y divorcios, de vallas, aduanas, contrabandos, de entorpecimiento de los derechos de la gente, algo que se echa a andar sólo con la idea de que salga lo bueno, pero del brazo vendrán otras consecuencias indeseables, y lo peor, quizá irreversibles. Yo no pienso demasiado en ello. Supongo que los partidos que lo proponen también habrán pensado en los aspectos negativos de su decisión.

Yo no sé si la mayoría de los catalanes nos odian. Eso es muy serio y no tiene fácil remedio porque el odio es más violento que el amor y, una vez cargado, es como un golpe que se diera una maquinaria de relojería. Quien siembra odio no debería ser relojero, no debiera querer gobernar la maquinaria de las sociedades porque es más fácil romper un reloj que arreglarlo.
Una vez descargado el odio, como la guerra, como los divorcios, todo se encarniza y muchas cosas se destruyen, todo se desaprovecha.

Si yo tuviera que autorizarlo no sabría que decidir: me gusta mucho la libertad.

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