Cayó en mis manos este libro: una iniciativa
editorial muy interesante, que contiene dos estudios, uno, de derechas y muy
condescendiente con el personaje y el otro, de izquierdas, bastante crítico. Ambos se realizaron
simultáneamente, para ser publicados en 2003.
Si uno mira el Noticiario Cinematográfico
(NODO) español de posguerra, encuentra a ese personaje ataviado con elegantes y
decorados uniformes blancos o negros, en compañía de Hitler, Mussolini, sus
ministros exteriores, Ciano, Von Ribentropp y, por supuesto, de su concuñado
Franco. Franco y él estaban casados con dos hermanas. Impropiamente, a Serrano Suñer
le llamaban el “cuñadísimo”.
En 2001, cuando mi hija tenía un año, en un
parque de Zamora, trabé muchas conversaciones con un excombatiente del bando
nacional de la Guerra
Civil. Creo que en ellas salió este nombre y él me sorprendió
diciendo, “pues todavía vive”. Yo entonces tomé interés por el personaje
pensando la suerte que sería poder entrevistar todavía a alguien que tomó el té
con Hitler.
A pesar de que Serrano desapareció de las fotos en
1942, sobrevivió a su concuñado 28 años, porque llegó a ser centenario. Pero
consiguió pasar desapercibido, en el sentido de que nunca percibí que nadie se
metiera con él y le recordara esas fotos con dictadores.
He podido leer que se convirtió en un
próspero abogado que, también, ocasionalmente escribía en los periódicos.
También le tengo grabado, de civil, de viejecito, en entrevistas para la BBC , sobre la guerra. Un
respetable anciano con clase. Al final su adulador le atribuye una evolución de
pensamiento y paternidades democráticas. Desde que dejó el poder se ocupó de
publicar un par de libros para limpiar su pasado de plomo y tratar de
justificar su papel al lado de esos personajes funestos.
Su panegirista dice: en estas líneas está
el argumento para entender su evolución a lo largo de los lustros, con
dignidad, honradez y coherencia.
<<Distinguir
entre la verdadera fe y la terquedad obstinada proveniente de la pereza y la
vanidad, y también cuando se trata de una mera o cínica acomodación a nuevas
situaciones y a nuevas ocasiones de provecho y granjería>>.
La “verdadera fe” fue demasiado cambiante, en mi
opinión, y lo hizo, si fue sincera, para bien, aunque tuvo más de cien años para enderezarla a gusto de las
circunstancias. Por supuesto, tampoco era, -según su rendido biógrafo- a pesar de su afición por las chaquetas, "un chaquetero".
Serrano Suñer ha sido una persona de derechas: fue
diputado por la CEDA una coalición de las derechas en la
república: es decir, en libertad, no compartía el extremismo falangista. Tuvo la suerte
de estar muy bien relacionado, aparecer en el sitio justo, la Salamanca capital de la España Nacional , en el momento preciso, con la mayoría de los
dirigentes falangistas asesinados o encarcelados por los republicanos, con la vitola de haber sido amigo personal de
José Antonio Primo de Rivera y con la guinda de ser concuñado de Franco. Como
también era un hombre de sólida preparación jurídica, tuvo matrícula de honor en su
expediente académico y había sido Abogado del Estado de profesión, tomó las riendas del Estado y de La Falange.
Pero también es una víctima de la Guerra Civil. Fue confinado en la cárcel Modelo
de Madrid, aunque sus buenas relaciones
con todo tipo de personalidades, le permitieron evitar que le fusilaran
primero, y después, urdir un plan para evadirse poniendo en juego a mucha gente.
El plan logró salvar su vida y colocarle en la cúspide del poder, aunque le
cobrarían la represalia del asesinato de
los dos hermanos que le ayudaron a escapar de Madrid.
Ello no le hizo ser más humano, ni abogado de la
reconciliación; desde sus cargos no paró en ningún momento el chorro de sangre
roja que vertía y siguió vertiendo después de la guerra, la represión
nacionalista. Tan sólo evitó el fusilamiento disciplinario de falangistas: Hedilla, Arrese,
que se habían rebelado contra Franco porque estaba domesticando a la Falange.
Fuera como fuera, al final de su vida hasta el siglo
XXI, -el personaje histórico como tal deja de serlo en 1942 cuando después de
abogar por la intervención en la guerra, de apadrinar la División Azul y participar en la represión, pues fue ministro
de la Gobernación ,
Franco lo manda a casa, por muchos motivos, así eliminaba lastres de esas
fotos, así vengaba el honor de la hermana de su mujer, (a quien Serrano Suñer puso
cuernos con el resultado de una hija), y otros equilibrios del poder que ya le
desgastaban- la historia debe condenar a ese actor, por ser quien
fue, apoyar a quien apoyó y estar con quien estuvo.
Pinochet o Fidel Castro o Pol Pot o Videla, después
de sus jubilaciones de poder también pueden estar siendo o haber sido unos
viejecitos educados, encantadores abuelitos. Pero la historia debe ser justa
con la historia.
Exelente analogia. Interesante historia. Siempre te leo Juan.
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