RECTIFICACIÓN DE UN ARTÍCULO ANTERIOR: HAY QUE SER JUSTO CON LOS JUSTOS, ESPECIALMENTE RECONOCERLES por SU NOMBRE.
Cualquier historiador de la Guerra Civil Española
debe estar agradecido de que le aparezca un mirlo blanco como quien era secretario de Lanzahita (Ávila) en agosto de 1939: un ángel llamado Lorenzo González
Canales (1).
Este hombre se guió por criterios de justicia con mayúsculas y, consecuente con su función de secretario, dio
fe de toda la verdad que conocía. (aunque no puedo afirmar que no haya más muertos de los que él anotó, pues no he investigado este pueblo)
Quizá hizo lo que hizo por pura coherencia “contable”, porque su antecesor, (que sí fue destituido provisionalmente por los nacionales el 10 de noviembre de 1936), hubiera comenzado anotando en el registro civil los (al menos) ocho muertos que se producen en un choque bélico entre los milicianos que llegan de Madrid yla Guardia Civil de Arenas de San Pedro, adherida al "movimiento" , el 26 de julio de 1936: habían sido un guardia civil de Pedro Bernardo y siete milicianos.
Quizá hizo lo que hizo por pura coherencia “contable”, porque su antecesor, (que sí fue destituido provisionalmente por los nacionales el 10 de noviembre de 1936), hubiera comenzado anotando en el registro civil los (al menos) ocho muertos que se producen en un choque bélico entre los milicianos que llegan de Madrid y
Cuando en 1939 la Fiscalía para la Causa General sobre la Guerra Civil envió a todos los pueblos una ficha para rellenar la relación de personas residentes en este término municipal que durante la dominación roja fueron muertas violentamente o desaparecieron y se cree fueron asesinadas, este hombre tuvo la honradez de apuntar también a los de izquierdas. Seguramente apuntó todos los que conocía, y además no hizo un trabajo rutinario: se molestó en investigar. Aunque tenemos que decir que lo de “durante la dominación roja” no lo cumple: llega a incluir a un médico cuya ideología califica “de izquierdas”, que falleció en Ávila por heridas de armas de fuego el 2 de agosto de 1936. Nadie podía desconocer que Ávila capital fue zona nacional desde el mismísimo 18 de julio de 1936, y que allí no se produjo ningún altercado, ni respuesta significativa contra el alzamiento. Por lo tanto este secretario se extralimitó del todo, porque ese médico fue asesinado inequívocamente “bajo la dominación nacionalista”.
(En Lanzahita, para quien no sea estudioso del tema, le diré que hubo "dominaciones" de los dos bandos, y pueden caber dudas sobre quien mandaba en cada momento mientras que, en Ávila capital, todo estuvo claro desde el principio)
(En Lanzahita, para quien no sea estudioso del tema, le diré que hubo "dominaciones" de los dos bandos, y pueden caber dudas sobre quien mandaba en cada momento mientras que, en Ávila capital, todo estuvo claro desde el principio)
González Canales me recuerda al protagonista del primero de los cuatro cuentos del libro de Alberto Méndez con el nombre de “Los Girasoles Ciegos” quien, asqueado de toda la sangre brutal e innecesariamente derramada, decide el último día de la guerra pasarse al enemigo como medio de expiación, para que su conciencia no le declare cómplice de la victoria, sino perdedor de la guerra. http://www.blogger.com/blogger.g?blogID=7185936966255904133#editor/target=post;postID=6152182935669080525;onPublishedMenu=posts;onClosedMenu=posts;postNum=59;src=postname
Gracias a este buen secretario podremos incluir en mi libro, porque fueron matados en el término de Mombeltrán y, por lo tanto, pertenecen a los límites de mi investigación, a Adolfo Molero Labrado de 30 años, Pedro Rituerto, Alguacil de 20, Ceferino Robles Carrillo, de 24, y Emiliano Priego Ahijado, de 28 años: todos murieron en fecha que se ignora, “con heridas por arma de fuego”. Los cuatro reúnen la condición de ser de izquierdas, la profesión de jornaleros, y que en el momento de rellenar la ficha aún no han sido inscritos en el Registro Civil. (Es algo que costaba dinero, que suponía una cierta reivindicación y una cierta denuncia y la gente lo fue haciendo porque era necesario acreditar la muerte para cuestiones de herencias y otros trámites legales)
El secretario desconoce la fecha de su muerte, (porque si no, no tengo dudas de que la hubiera apuntado) y escribe “se ignora” en la fila de “personas sospechosas de participación en el crimen”. Hubiera sido el colmo de la osadía consignar aproximadamente quien los mató o fue a buscarlos a casa, como se hacía (y fue lo que hizo este secretario con los sospechosos “rojos”). Y añado que no es tan difícil que se supieran como vox populi, por entonces, muchos detalles de la detención, o incluso del fusilamiento, de estos cuatro.
En otra ficha, que casi nadie más rellenó en todo el partido judicial de Arenas de San Pedro, se pide la relación de cadáveres recogidos en este término municipal de personas no reconocidas como residentes en él, que sufrieron muerte violenta durante la dominación roja. El secretario se ocupa de recoger los nombres que conoce, las profesiones y los pueblos de origen de los muertos. Además, en la fila donde había que anotar filiación política y cargos públicos que había desempeñado siguió teniendo la fidelidad de escribir “de izquierdas”.
A mi libro le concierne que el 12 de noviembre de 1936, (más de dos meses después de estar ocupada esta zona del Valle del Tiétar por el Ejército Nacional y dos días después de que la guardia civil haya destituido al anterior secretario) en el kilómetro siete, aparecieron muertos cuatro hombres “de izquierdas” de Mombeltrán. Debían ser conocidos y también su edad, pues en una anterior anotación de un “miliciano rojo” escribe hombre desconocido como de unos treinta y tantos años (...) luego a los siguientes, de los que se dice la edad exacta, alguien los conoció:
El primer “hombre de Mombeltrán” tenía 22 años y vestía una chaqueta clara de dril, camisa anaranjada con rayas, pantalón de pana y alpargatas llanas.
El segundo tenía 36 años y su indumentaria es igual, salvo la camisa, que era blanca.
El tercero tenía 48 años, llevaba una blusa azul suelta, camisa blanca, pantalón de pana y calzaba abarcas.
El cuarto también tenía 48 años y llevaba una chaqueta de dril claro.
Estoy persuadido de que González Canales vio estos cadáveres, probablemente porque los llevaron a enterrar al cementerio de Lanzahita. Si no examinó la documentación que tuvieran, los conocía o, al menos, alguien le tuvo que decir que eran de Mombeltrán.
Yo le estoy muy agradecido, aunque personalmente le habríamos pedido que hubiera dejado escritos sus nombres, pues si pudo averiguar la edad exacta, más fácil hubiera tenido saber y escribir ese otro dato. Ninguno de los que yo encontré en el registro civil de Mombeltrán fue asesinado el 12 de noviembre. Tampoco nadie me ha hablado de estos cuatro. Únicamente tengo entre mis datos el 12 de septiembre a Bernardino Gómez Sánchez, de 26 años, como enterrado en Lanzahita. Puede ser que este secretario fiel se confunda o le confundieran con el origen de los muertos; si no es así, a mí me faltan datos, Lo que no se me ocurre es que se inventara el fusilamiento de cuatro hombres para que nosotros los descubriéramos ahora, pero mucho menos todavía para provocar a las autoridades franquistas de entonces. Con esto último se la podría haber jugado -yo creía que así había sido-, pues en 1941 ya no firma el “informe de las checas” que, ya no incluye más que los asesinatos a "nacionales".
Lo hace como secretario el administrativo del ayuntamiento. Me permito interpretar que nuestro secretario fiel tiene escrúpulo y no quiere firmar un documento parcial; aunque también me cabe pensar que podría estar enfermo, ya que me ha sorprendido que nuestro héroe civil sólo viviera 47 años, lo cual no indica buena salud. Puede abonar esta tesis el que en el momento de nombrarle secretario de Lanzahita (1937) Lorenzo tiene 24 ó 25 años y con esa juventud, salvo enfermedad entiendo que debería estar luchando en la guerra con los nacionales.
Sigue firmando el Juez de Paz, Ildefonso Dégano, quien también rubricó estas fichas fieles, incluyendo a las “otras víctimas” por eso hablo de “o dos” aunque mi impresión es que el Juez de Paz suscribió sin participar en ello, pensando que el secretario sabría lo que se hacía.
(1) Mi admirado Francisco Umbral resaltaba nombres en negrita en muchos de sus artículos. Yo no suelo hacerlo, pero hoy en homenaje a este hombre, rompo mi costumbre. Siguiendo con maneras antiacadémicas, voy a dejar unas a manera de pintadas en la pared:
GONZALEZ CANALES= HOMBRE JUSTO
GONZALEZ CANALES= SINDLER DE LA MEMORIA
Debo la rectificación del correcto apellido y nombre de Lorenzo González Canales, yo escribí "Cremades" en lugar de Corrales y aventuré otro nombre en lugar de Lorenzo, a Alfonso García de Enterría Lorenzo-Velázquez, actual secretario de Lanzahita, quien ha hecho para nosotros un estudio de la documentación municipal relacionada con este episodio de la vida del secretario fiel.
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