sábado, 28 de septiembre de 2013

Un libro lastrado por una lápida.



Si Gabriel García Márquez dijo de la novela de alguien: “Es una fiesta del idioma”, cualquier editor ha de aprovecharlo, porque ninguna solapa venderá más. Entonces un lector como yo se apuntó el nombre del novelista, para leerlo en cuanto se diera la ocasión. Por supuesto, este libro de Las Perlas Peregrinas, el único que he encontrado de segunda mano de Manuel de Lope, no podía dejármelo escapar.
Como lector no he podido sustraerme al comentario del genio colombiano, y la decepción no tardó mucho en llegar. La frase lapidaria sería muy buena para vender aquel libro pero, a no ser que sea muy cierto para esa novela -llamada Bella en las tinieblas-, lastra la lectura de las demás, porque uno en lugar de leer busca la fiesta gabrielgarciamarquiana y yo, en Las Perlas Peregrinas, no la  he hallado.
En unas 250 páginas de este Premio Espasa de novela si encontré (una novela policíaca, más bien una película policíaca española, protagonizada por Jose Coronado), que está bien, sobre todo las imaginativas comparaciones campechanas de un personaje llamado “el Duque”, pero nada más que bien, a secas, lo cual, teniendo en cuenta la cita, decepciona.


No sé si compraré otro libro de Manuel de Lope. La injusticia del elogio hace que yo no haya sido, y ya no pueda ser, imparcial con él. Pero puedo afirmar que es un buen escritor, a secas.

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