“Ya no creo en los fantasmas ni otras
cosas de asustar” decía una canción infantil de los años 60 titulada “Fantasmas
a gogó” Pensándola en este artículo, me acabo de enterar que seguramente ese
verso marcó mi desafección por las teorías conspirativas. Creo que los que
promueven estas teorías son como los antropológicos brujos de la tribu, los
clérigos atemorizadores, o los mercachifles varios: personas que inculcan, en
una cadena de tontos útiles, un miedo irracional y difuso para usarlo en su
propio beneficio, que sería tener a la gente en un puño, para pastorearlos y
utilizarlos. (Bueno, no voy a inventar a otra teoría conspirativa, ahora contra
los conspirativos)
Quizás yo sea un ingenuo, un tonto útil del
sistema imperial, y no me esté dando
cuenta de que escribiendo este blog, en el que vuelco buena parte de mis ideas
y sentimientos, estoy alimentando, entregando voluntariamente mi alma, al
diablo de Blogger, que es propiedad de Google, una empresa con posición dominante
en el mercado, casi monopolística además de con matriz y gobierno en Estados
Unidos: el imperio, para los que agitan las banderas antiimperialistas.
Recientemente mi admirado Silvio Rodríguez
Domínguez escribió en su blog segunda cita que “o se es antiimperialista
o no se es de izquierdas” sopongo que era consciente de que esto lo vertió y
difundió en esta red monopolística con matriz en Estados Unidos que se apodera
gratuitamente de nuestros pensamientos fotos y reflexiones, con no sé bien qué
oscuros o claros intereses empresariales o de dominación. (Esto de los blog
puede que sea tan adictivo como el tabaco y aunque Silvio y yo nos digamos eso
de “cuando quiera lo dejo” estamos bien atrapados y a lo mejor no es tan
fácil.)
Yo ya no creo en el imperialismo ni otras
cosas de asustar. El mundo está
completamente desgobernado y no hay un dios que lo remedie. Si acaso China, el
misterioso país de Fu man chú, dentro de unos pocos años.
Ahora van a ser las elecciones presidenciales
de Estados Unidos y, en otros momentos, había gente que reclamaba nuestro
derecho a participar en la votación del presidente de los USA, ya que mandaba mucho en nuestras vidas. Este año
todavía no se lo he oído a nadie.
No es por desconsiderar al negro Obama, pero
me parece que ya el imperialismo de su país no es para tanto. El pobre tiene 27
millones de parados y la mitad de la población, los que no van a votar a
Romney, viviendo del Estado. La actual
crisis viene del desgaste norteamericano económico y militar de la Guerra de Irak,
que explotó la burbuja inmobiliaria las hipotecas basura supremes,
después Enron, Leaman Brothers, que cayeron con tanto estrépito, y la crisis de
demanda mundial. Incluso llegó a hablarse de la liquidación de la General
Motors que era el plutoejemplo que me ponían en las clases de economía de los
años 80.
La General Motors, que esperemos que siga
fabricando mucho tiempo coches en Zaragoza, ha sido desbordada por la
Wolkswagen y la Toyota. Tengo entendido que la Toyota y la Bmv fabrican coches
en el mismísimo “imperio USA”, practicando lo que diríamos la “explotación del
hombre por el hombre” de empresas de país súbdito sobre ciudadanos del propio
imperio. (Eso en el imperio romano, español o inglés no pasaba)
Otra desilusión supuso para mí que fuera la empresa
British Petroleum la que explotaba aquel desgraciado pozo que desbordó de petróleo las costas del sur de Estados
Unidos. ¿Cómo es posible, estando ahí los petroleros tejanos, que se dejaran
comer la merienda por esos British?
El imperio no era para tanto, pero cada vez es para menos; debía ser muy mal
negocio Irak con los terribles costes de terrorismo desatado para que se
retiraran de allí la mayoría de los soldados que daban soporte militar a tantos
contratistas y concesionarios que pusieron sus garras en el petróleo de ese
país. (Verdadera causa de la última guerra imperial, a cuya tarta sin ningún
pudor nos invitaron a los españoles de Aznar). Con la dura lección de Irak se
dieron cuenta de que eso de pretender explotar países a la manera imperial ya
no es rentable. Todos ya somos demasiado susceptibles y ya se entiende que no
nos vamos a dejar quitar nuestras riquezas naturales así como así.
Después de esto, Estados Unidos carece de
perfil imperial en sus actuaciones; no se le ocurrió poner la bota en Libia y
tan escaso es su control de la nueva situación que tan tímidamente promovió,
que le han asesinado allí a un embajador, por primera vez en los últimos 50
años. Lo mismo sucede en Siria: ayudas encubiertas a los rebeldes, si es que
las hay. De Afganistán, donde no hay que rascar y menos desde que eliminaron a
Bin Laden, se van a marchar en el año 14. (Espero que nosotros, los españoles,
algo antes)
El monopolio imperial que más miedo me da es
el de Monsanto con sus semillas, pesticidas y herbicidas. Vende, y mucho, en la
“insumisa” América Latina. El de Coca Cola, Mac Donalds, me dan igual, porque
nunca consumo; y el cine y la música, es una lástima, pues con la piratería
está muy mermado el negocio.
Yo no le arriendo la ganancia al emperador Obama.
Por ejemplo, Latinoamérica ya no es el
patio trasero: Méjico es un avispero ingobernable y Colombia otro. Los demás
países importantes son ya poco amigos o enemigos (hasta Ecuador se atreve a gallear en el caso Assange).
Siempre a estas izquierdas les interesa la
bandera del antiimperialismo (que lleva el escudo del Che) para agrupar a la
gente, por eso dice Silvio que “o se está contra el imperio o no se es de
izquierdas”.
Pero estas batallitas del abuelo sólo las
escucha voluntariamente la gente de su cuerda. Obligatoriamente lo tienen que
tragar los pobres cubanos del interior, y soportar que el antiimperialismo sea
uno de los tres platos diarios (y el más lleno y pesado) de la ración oficial,
aunque lo que más anhelan estos isleños en completar su ración, si reciben del
imperio o de sus satélites “ingresos” de su diáspora, con productos del mercado
negro que es la economía que mejor
funciona en Cuba, como bien demostró recientemente Silvio al arreglar ahí su
Iphone practicando incluso el trueque de
una tarjeta flash a cambio del servicio.
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